lunes, 13 de agosto de 2012

Evangelio del día 13 de agosto de 2012


Evangelio según San Mateo 18,1-5.10.12-14. Lunes de la decimonovena semana del tiempo ordinario

En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?". Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos.
El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo. Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial.
¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron.
De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños.


Comentario:



«Los hijos son libres» - San Ambrosio




Cuando Cristo reconcilió el mundo con Dios, personalmente no tuvo necesidad de reconciliación el mismo. El que no tuvo ni sombra de pecado no podía expiar sus propios pecados. Así, cuando le pidieron los judíos el didracma del tributo que, según la Ley, se tenía que pagar por el pecado, pregunto a Pedro: «Simón, ¿ los reyes del mundo a quien le cobran impuestos? ¿ A sus hijos o a los extraños?» Pedro contestó:«A los extraños». Jesús le dijo:«Los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti».

Cristo dio a entender con esto que él no estaba obligado a pagar para expiar pecados propios, porque no era esclavo del pecado, sino que, siendo como era Hijo de Dios, estaba exento de toda culpa. El Hijo libera y el esclavo está sujeto al pecado. Por tanto es libre de todo, Jesús no tiene por qué dar ningún precio en rescate de sí mismo, el precio de su sangre es más que suficiente para satisfacer por los pecados de todo el mundo. El que nada debe esté en perfectas condiciones para satisfacer por los demás.

Pero yo veo más. Cristo no necesita pagar por la redención y la expiación de los pecados personales. Si tú consideras a todo hombre creyente, tu le puedes decir que ninguno debe pagar por su propia expiación, porque Cristo ha expiado por la redención de todos.


San Ambrosio (hacia 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia. Comentario del Salmo 48,14-15

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