martes, 1 de mayo de 2012

Evangelio del día 1 de mayo de 2012




Evangelio según San Juan 10,22-30. Martes de la cuarta semana de Pascua


Se celebraba entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno, y Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón. Los judíos lo rodearon y le preguntaron: "¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si eres el Mesías, dilo abiertamente".
Jesús les respondió: "Ya se lo dije, pero ustedes no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa".


Comentario:


«El Padre y yo, somos uno» - Simeón el Nuevo Teólogo



Enviado y salido del Padre, el Verbo descendió
y habitó por completo en las entrañas de la Virgen.
Estaba plenamente en el Padre,
y por entero estaba en este pecho virginal,
y entero en todo, él, que nada puede contener...

Permaneciendo inmutable, tomó la forma de esclavo (Flp. 2,7)
y después de haber sido dado a luz, se hizo un hombre totalmente...
¿Cómo afirmar lo que es imposible explicar
a todos los ángeles, a los arcángeles y a todo ser creado ?
Pensamos en ello de manera verdadera,
pero no podemos en absoluto expresarlo,
y nuestro espíritu no puede comprenderlo verdadera y perfectamente.

¿Cómo, pues, Dios y hombre, y hombre - Dios
es también el Hijo del Padre, por entero,
de manera que no se separan;
cómo llegó a ser hijo de la Virgen y vino al mundo;
y cómo es imposible ser contenido por todos?...
Ahora permanecerás en silencio
porque aunque quisieras hablar,
tu espíritu no encontrará palabra,
y tu lengua habladora permanecerá silenciada...

Gloria a tí, Padre, Hijo y Espíritu Santo
divinidad no indivisa en su naturaleza.
Te adoramos en el Espíritu Santo,
nosotros que poseemos tu espíritu, porque lo hemos recibido de ti.
Y, viendo tu gloria, nosotros no buscamos indiscriminadamente,
sino que es en Él, tu Espíritu, en el que te vemos,
Padre no engendrado, y en tu Verbo engendrado que sale de ti.
Y adoramos la Trinidad indivisible y sin mezcla
en su única divinidad, soberanía y potencia.



Simeón el Nuevo Teólogo (v. 949-1022), monje griego, santo de la Iglesia Ortodoxa. Himno 21, 468 s; SC 174

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