martes, 27 de diciembre de 2011

Evangelio del día 27 de diciembre de 2011


Evangelio según San Juan 20,2-8. San Juan, apóstol y evangelista - Fiesta


Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto". Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.



Comentario:


«El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros y hemos visto su gloria..., lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,14)- Orígenes



Pienso que los cuatro evangelios son los elementos esenciales de la fe de la Iglesia, y pienso que las primicias de los evangelios se encuentran... en el evangelio de Juan que, para hablar de aquello donde otros hicieron la genealogía, comienza por el que no la tiene. En efecto, Mateo, escribiendo para los judíos que esperan al hijo de Abraham y de David, dice: " Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham " (1,1); y Marcos, sabiendo bien lo que escribe, pone: " Principio del Evangelio " (1,1). El fin del Evangelio la encontramos en Juan: este es " el Verbo que estaba al principio ", la Palabra de Dios (1,1).
Pero Lucas, también reserva para el que reposó en el pecho de Jesús (Jn 13,25) los discursos más grandes y más perfectos sobre Jesús. Ninguno de ellos mostró su divinidad de manera tan absoluto como Juan, que le hace decir: "Yo soy la luz del mundo ", "Yo soy el camino, la verdad y la vida ", "Yo soy la resurrección ", " Yo soy la puerta", "Yo soy el buen pastor " (8,12; 14,6; 11,25; 10,9.11) y, en el Apocalipsis, " Yo soy el alfa y el omega, el principio y el fin, el primero y el último " (22,13).
Hay que atreverse a decir que, de todas las Escrituras, los Evangelios son las primicias y que, entre los evangelios, las primicias son las de Juan, y nadie lo puede entender si no estuvo recostado en el pecho de Jesús y si no recibió de Jesús a María, como madre (Jn 19,27)... Cuando Jesús le dice a su madre: " he aquí a tu hijo " y no: " he aquí, que este hombre es también tu hijo ", es como si le dijera: " he aquí, a tu hijo a quien diste a luz". En efecto, quien llega a la perfección "no vive en él, sino que es Cristo quien vive en él " (Ga 2,20)... ¿Todavía es necesario decir, qué inteligencia nos hace falta tener, para interpretar dignamente la palabra depositada en las vasijas de arcilla (2 Co 4,7 )de un lenguaje ordinario? ¿En esta carta que puede ser leída por cualquiera, esta palabra se vuelve audible para los que prestan sus oídos? Porque, para interpretar con exactitud el evangelio de Juan, hay que poder decir en toda verdad: " Nosotros, tenemos el pensamiento del Cristo, para conocer las gracias que Dios nos ha concedido " (1 Co 2,16.12).


Orígenes (v. 185-253), sacerdote y teólogo. Comentario sobre el evangelio de san Juan, I, 21-25; SC 120

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