jueves, 10 de noviembre de 2011

SS Benedicto XVI explica el salmo más largo de la Biblia


Este miércoles, Benedicto XVI ha dirigido a los fieles y peregrinos venidos a la Audiencia, de Italia y de todo el mundo, una catequesis, comentando el salmo 119, que forma parte del ciclo que está dedicando a la oración.

Tras explicar la técnica poética del salmista, Benedicto XVI ha enseñado que el tema central del salmo es “un imponente y solemne canto sobre la Torah del Señor, es decir sobre la Ley, término que, en su acepción más amplia y completa, hay que entender como enseñanza, instrucción, directiva de vida”.

“Porque la Ley divina –ha dicho el papa- no es un yugo pesado de esclavitud, sino don de gracia que nos hace libres y que nos lleva a la felicidad”.

De la fidelidad a la ley a la Palabra del salmista, Benedicto XVI ha pasado a comentar la actitud de la madre del Señor: “que ´custodiaba, meditándolas en su corazón´ las palabras que le habían sido dirigidas y los sucesos maravillosos en los que Dios se revelaba, pidiendo su sí”.

“Es Ella, de hecho, la verdadera ´beata´, proclamada como tal por Isabel por ´haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor´”, y “es de Ella y de su fe de quien el mismo Jesús da testimonio cuando, a la mujer que gritaba ´Bendito el seno que te ha llevado´, responde: ´Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican´”.

“La ley divina, objeto del amor apasionado del salmista y de todo creyente, es fuente de vida –añadió Benedicto XVI--. El deseo de comprenderla, de observarla, de orientar hacia ella todo el propio ser es la característica del hombre justo y fiel al Señor, que la ´medita día y noche´”.

El papa se detuvo en el versículo 57: “El Señor es mi herencia:yo he decidido cumplir tus palabras”. Y a este propósito recordó dos textos del Pentateuco que utilizan el término herencia: “Y el Señor dijo a Aarón: ´Tú no recibirás una herencia en el territorio de los israelitas ni tendrás una parte entre ellos: yo soy tu parte y tu herencia´”, Libro de los Números (18,20), y el Deuteronomio afirma: “Por eso Leví no tiene parte ni herencia entre sus hermanos: el Señor es su herencia, como él mismo se lo ha declarado(Dt 10,9; cfr. Dt 18,2; Gs 13,33; Ez 44,28)”.

Es decir –explicó el papa- los levitas, mediadores de lo sagrado y de la bendición divina, no pueden poseer, como otros israelitas, este signo exterior de la bendición y esta fuente de subsistencia”. Estos versos, subrayó Benedicto XVI, “son de gran importancia para todos nosotros también hoy. Antes que nada para los sacerdotes, llamados a vivir sólo del Señor y de su Palabra, sin otras seguridades, teniéndolo a Él como único bien y única fuente de verdadera vida. Desde esta perspectiva se entiende la libre elección del celibato por el Reino de los cielos, a redescubrir en su belleza y en su fuerza”.

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