jueves, 10 de noviembre de 2011

Evangelio del día 10 de noviembre de 2011


Evangelio según San Lucas 17,20-25. Jueves de la XXXII Semana del Tiempo Ordinario



Los fariseos le preguntaron cuándo llegará el Reino de Dios. El les respondió: "El Reino de Dios no viene ostensiblemente, y no se podrá decir: 'Está aquí' o 'Está allí'. Porque el Reino de Dios está entre ustedes". Jesús dijo después a sus discípulos: "Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán. Les dirán: 'Está aquí' o 'Está allí', pero no corran a buscarlo. Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día. Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación.



Comentario:



Permanecer en el Reino de Dios - Imitación de Jesucristo. Tratado espiritual del siglo XV




«El Reino de Dios está dentro de vosotros» dice el Señor... Ea, pues, alma fiel prepara tu corazón a este Esposo para que quiera venirse a ti, y hablar contigo. Porque Él dice así: «Si alguno me ama, guardará mi palabra, y vendremos a él, y haremos en él nuestra morada» (Jn 14,23). Da, pues, lugar a Cristo, y a todo lo demás cierra la puerta. Si a Cristo tuvieres estarás rico, y te bastará. Él será tu fiel procurador, y te proveerá de todo, de manera que no tendrás necesidad de esperar en los hombres. Porque los hombres se mudan fácilmente, y desfallecen en breve; pero «Jesucristo permanece para siempre» (Jn 12,34), y está firme hasta el fin.
No hay que poner mucha confianza en el hombre frágil y mortal aunque sea útil y bien querido, ni has de tomar mucha pena si alguna vez fuere contrario o no te atiende. Los que hoy son contigo, mañana te pueden contradecir, y al contrario; porque muchas veces se vuelven como el viento. Pon en Dios toda tu esperanza, y sea Él tu temor y tu amor. Él responderá por ti, y lo hará bien, como mejor convenga.
«No tienes aquí domicilio permanente» (Hb 13,14). Dondequiera que estuvieres, serás «extraño y peregrino» (Hb 11,13), y no tendrás nunca reposo, si no estuvieres íntimamente unido a Cristo


Imitación de Jesucristo. Tratado espiritual del siglo XV. Libro II, c. 1, 2-3

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