miércoles, 18 de mayo de 2011

Evangelio del día 18 de mayo de 2011


Evangelio según San Juan 12,44-50. Miércoles de la IV Semana de Pascua

Jesús exclamó: "El que cree en mí, en realidad no cree en mí, sino en aquel que me envió.
Y el que me ve, ve al que me envió.
Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas.
Al que escucha mis palabras y no las cumple, yo no lo juzgo, porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo.
El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he anunciado es la que lo juzgará en el último día.
Porque yo no hablé por mí mismo: el Padre que me ha enviado me ordenó lo que debía decir y anunciar;
y yo sé que su mandato es Vida eterna. Las palabras que digo, las digo como el Padre me lo ordenó".

Comentario:

El que me ve a mí, ve al que me ha enviado - San Agustín

Aquel que llamó a Jesús "maestro bueno", y le pidió consejo para llegar a la vida eterna, recibió esta respuesta: "¿por qué me preguntas sobre lo que es bueno?". "Nadie es bueno salvo el mismo Dios" (Mc 10, 17-18)... Sí, si me tomas en mi condición divina, soy bueno, pero si me aceptas sólo en la condición humana en que me ves ahora, ¿por qué me preguntas sobre lo que es bueno si tu eres de aquellos que solamente «verán al que traspasaron»?(Jn 19,37; Za 12,10) esta visión será para ellos su desgracia, este será su castigo.
Hay, en efecto, una visión en la que contemplaremos la esencia inmutable de Dios, invisible a los ojos humanos, y esta visión que se ha prometido sólo a los santos es la visión que el apóstol Pablo llama un cara a cara (1 Cor 13:12), de esta visión del apóstol Juan dice: «Nosotros seremos semejantes a Dios, porque le veremos tal cual es» (1 Jn 3:2) y el salmista: «Sólo he pedido una cosa al Señor: contemplar la dulzura del Señor (Sal 26,4).El Señor mismo dice: "Yo lo amaré y me manifestaré a él» (Jn 14:21). Es por esta visión por la que purificamos nuestros corazones en la fe, a fin de ser del número de estos «puros de corazón que verán a Dios» (Mt 5,8). Entonces esta visión, únicamente, es nuestro mayor bien, y para lograrla tenemos el deber de hacer todo lo que hacemos bien hecho.


San Agustín (354-430), Obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia. La Trinidad, I, 13, 30-31

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