miércoles, 9 de febrero de 2011

Evangelio del día 9 de febrero de 2011

Evangelio según San Marcos 7,14-23. Miercoles del la V semana del tiempo ordinario.

Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: "Escúchenme todos y entiéndanlo bien.
Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre.
¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!".
Cuando se apartó de la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron por el sentido de esa parábola.
El les dijo: "¿Ni siquiera ustedes son capaces de comprender? ¿No saben que nada de lo que entra de afuera en el hombre puede mancharlo,
porque eso no va al corazón sino al vientre, y después se elimina en lugares retirados?". Así Jesús declaraba que eran puros todos los alimentos.
Luego agregó: "Lo que sale del hombre es lo que lo hace impuro.
Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios,
los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino.
Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre".

Comentario:

"Oh Dios, crea en mí un corazón puro" - San Afraates

La pureza de corazón es una oración mucho más excelente que todas las oraciones recitadas en voz alta, y el silencio, unido a una conciencia sincera, se oye más que la voz alta de un hombre que grita. Ahora pues, amigo mío, dame tu corazón y tu inteligencia: escúchame que voy a hablarte de la fuerza de la oración pura, y verás cómo nuestros padres, los justos de otros tiempos, se han vuelto prestigiosos a través de su oración delante de Dios, y cómo ésta ha llegado a ser para ellos una ofrenda pura.

En efecto, es por la oración que han sido aceptadas las ofrendas. Es ella la que ha hecho que el diluvio cesara, la que ha curado la esterilidad, la que ha hecho retirar a los ejércitos, la que ha desvelado los misterios, la que ha partido el mar en dos, la que ha abierto una brecha en el Jordán, detenido al sol e inmovilizado la luna, la que ha exterminado a los impíos y ha hecho caer fuego, la que ha sujetado el cielo, la que ha hecho salir de la fosa, ha liberado del fuego y ha librado del mar. Su fuerza es totalmente considerable, como fue considerable la fuerza del ayuno puro...

Efectivamente, es ante todo a causa de la pureza de su corazón que la ofrenda de Abel fue aceptada delante de Dios, siendo así que la de Caín fue rechazada (Gn 4,4s)... Son los frutos del corazón de éste último que han mostrado y dado testimonio contra él, que estaba lleno de astucia, ya que ha matado a su hermano. En efecto, lo que había concebido en su pensamiento, sus manos lo ejecutaron; pero la pureza de Abel era la de su oración.

San Afraates (?- hacia 345), monje y obispo cerca de Mossul, santo de las Iglesias ortodoxas. Las Disertaciones, nº 4

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