jueves, 25 de noviembre de 2010

Notas de un Católico perplejo


Soy miembro de la Tercera Órden Franciscana. Hace aproximadamente diez años que vivo y trabajo en Irlanda con mi familia.
Les remito algunas notas, muchas de las cuales se basan en mis precisas y documentadas experiencias personales.
La jerarquía actual me muestra un Cristo que no reconozco, una Iglesia con la cual no me identifico ya. ¿Soy sólo un nostálgico o, por el contrario, doy en el clavo? Pero lo cierto es que no quiero renegar de la fe en que fui bautizado. Hagan ustedes con mis notas lo que mejor les parezca: usarlas en todo o en parte, o tirarlas a la basura eventualmente. ¡Hágase todo por amor de Dios! Sólo una cosa les pido humildemente: rueguen por mí.
[Carta firmada]


P. S. Los escritos que cito están a menudo en lengua inglesa; de ahí que mi versión pueda resultar menos precisa si se la compara con las correspondientes traducciones en italiano».

¿Miembros de la misma Iglesia?

También este año, según mi costumbre, acudí a la iglesia, en compañía de mi familia, para confesarme la víspera de Navidad. Por motivos de horario, fui a la parroquia de un centro vecino, Greystones para ser exacto, en lugar de ir a la iglesia de mi pueblo. Por desgracia, me tocó un sacerdote joven, el cual, francamente, no sé a qué religión pertenecía, pero a la mía seguro que no, pese a que ambos nos confesamos miembros de la Iglesia Católica. Me dijo (como hicieron otros en el pasado) que pecado es tan sólo lo que personalmente reputo por tal, no lo que los otros me señalan como culpa, el Papa inclusive. Me dijo asimismo que el Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, o el Directorio de Pastoral Familiar editado por la C.E.I. (Conferencia Episcopal Italiana), no contienen más que opiniones personales, y que lo mejor sería que consultara textos de teología.

Le respondí al confesor, educadamente pero con firmeza, que me importaba un pimiento lo que dijeran los teólogos; lo que me interesaba sobre todo era seguir el magisterio real de la santa iglesia romana (el único problema estriba en comprender cuál es el magisterio real: ¿el precedente al concilio Vaticano II o el siguiente, que contradice al primero, al menos en los hechos?). Al cabo, el cura joven me dio la absolución con esta fómula: «El Señor te ha perdonado tus pecados; vete en paz» (o algo por el estilo).

Como albergaba dudas sobre la validez de la absolución (estaba sobre aviso porque ya tenía noticia de afirmaciones estrambóticas de este jaez), busqué de inmediato a otro confesor para compartir con él mis dudas. Por suerte, encontré al cura de mi pueblo, quien, después de haberme escuchado, me hizo repetir la confesión y me absolvió a renglón seguido. Esto me indujo a pensar que también él consideraba inválido el sacramento precedente, pues de otro modo me habría despedido sin escuchar mi confesión.

Lutero y el concilio

La Documentation Catholique y otros documentos diocesanos franceses refieren que la Comisión Católico-Luterana declaró lo siguiente: «En las ideas del concilio Vaticano II podernos ver mucho de cuanto Lutero demandaba, como la descripción de la Iglesia en tanto que ‘pueblo de Dios’ [idea asumida también por el Nuevo Código de Derecho Canónico: una idea democrática, no ya jerárquica, de la Iglesia]; el énfasis marcado en el sacerdocio de todos los bautizados; el derecho del individuo a la libertad de religión. Otras exigencias de Lutero en su tiempo fueron aceptadas por la teología y la praxis de la iglesia actual: uso de la lengua vulgar en la liturgia, posibilidad de comulgar bajo las dos especies, así como una teología y una celebración renovadas de la eucaristía».

Me pregunto al respecto: ¿no declararon herético y cismático al protestantismo el concilio de Trento y los papas siguientes?
Si paramos mientes en el razonamiento citado, echaremos de ver que no son los protestantes y / o sus comunidades los que retornan a la Iglesia Católica, sino que es ésta la que se está protestantizando lentamente (!).

Cuando triunfa el antitriunfalismo

No se hacen ya procesiones en muchos países, no porque los fieles carezcan de interés, o debido a alguna decisión política, sino a causa de las nuevas teorías pastorales, las cuales, embargo, no dejan de sostener, curiosamente, que es urgente se tomen iniciativas para lograr la participación activa del “pueblo de Dios”. En 1969, un párroco de la región de Oise (Francia) fue destituido sin más ni más por su obispo, quien había prohibido la tradicional procesión del Corpus Christi.

Una novedad
Es posible leer el siguiente texto en ciertas iglesias: «¡Aplaude para agradar a Dios!». Sabía que san Agustín exhortaba a cantar porque quien canta reza dos veces, pero ahora me entero de que aplaudir durante la misa agrada a Dios. ¿Qué puedo decir?

“Extravagancias” eucarísticas

a. En la instrucción papal Inaestimabile donum se prescribe que las formas deben ser de grano puro; asistimos, por el contrario, a misas celebradas con formas de harina integral (de color marrón), con hogazas fermentadas cuyas migajas se esparcen por toda la iglesia durante la comunión, etc. Un obispo católico americano recomendó también que las hostias consistiesen en pequeños pasteles hechos con leche, huevos, levadura de dulce, miel y margarina, ¿Es válida la consagración de tales chucherías?

b. En la misa dominical retransmitida en Francia el 22 de noviembre de 1981, se reemplazó el copón por cestos que los asistentes se pasaban unos a otros, para depositarlos a continuación en el pavimento con lo que quedaba de las especies sagradas. En Poitiers, en el Jueves santo de ese mismo año, una celebración espectacular estribó en la consagración indiscriminada de hogazas y jarras de vino, puestas en mesas donde cada uno podía servirse a su gusto.

¿Ésta es la presencia real?

¡A propósito! Transcribo aquí a continuación lo que dijo de la presencia real el decano de la facultad de teología de Estrasburgo: «También nosotros hablamos de presencia de un orador o de un actor, significando con ello una cualidad diferente de la mera presencia geográfica. Después de todo, alguien puede estar presente en virtud de un acto simbólico que no cumple físicamente, sino que otras personas realizan por fidelidad creativa a sus intenciones fundamentales. Por ejemplo, el festival de Bayreuth [renombrado festival de música sinfónica] hace presente, sin duda, a Richard Wagner de una manera harto superior a la que puede verificarse con recitales o conciertos ocasionales dedicados a su música. Me parece que deberíamos colocar la presencia de Cristo dentro de esta última perspectiva».

¿Ésta es la presencia real? ¿Ésta es la Iglesia Católica? ¿Dónde está Roma? ¡Un decano de una facultad teológica afirma que la presencia real de Nuestro Señor en la santa misa puede parangonase a la de Wagner en el festival de Bayreuth! Pero, ¿es que han perdido el seso?

La Santa Misa

¿Qué es la santa misa?; y el cura, ¿no es más que el “presidente de la asamblea”?

a. Pierres Vivantes, editado por la Conferencia Episcopal Francesa, que los niños que reciben la instrucción catequética están obligados a usar, reza: «Los cristianos se reúnen para celebrar la eucaristía: es la misa... Proclaman la fe de la Iglesia, ruegan por el mundo entero, ofrecen el pan y el vino. El sacerdote, que preside la asamblea, recita la gran plegaria de hacimiento de gracias». ¿Cuál es dicha gran plegaria de hacimiento de gracias? ¿Y no es el sacerdote quien consagra las sagradas especies y celebra la santa misa? ¿Qué se hizo de la Iglesia Católica?

b. La Conferencia Episcopal Suiza se expresaba así en un folleto: «La cena [¡sic¡] del Señor cumple, ante todo, la comunión con Cristo. Se trata de la misma comunión que Jesucristo trajo a la tierra durante su vida cuando se sentaba a la mesa con los grandes pecadores, y se continúa en la comida eucarística desde el día de la resurrección. El Señor invita a sus amigos a reunirse y Él estará presente entre ellos». ¿Es así de verdad?

c. El centro Jean Bart, el centro oficial de la archidiócesis de Paris, declara que «en el centro de la misa hay una narración». Pero ¿no es una acción la santa misa?

d. Se lee en una hoja volante del Centro Nacional para la Liturgia Pastoral de Francia: «La asamblea es el primer sujeto de la liturgia». La hoja volante continúa así: «La asamblea es el primer sujeto de la liturgia; lo que importa no es el ‘funcionamiento’ de los ritos, sino la imagen que la asamblea se da a sí misma y la relación que los cocelebrantes (es decir, los fieles) crean entre sí» (P. Galineau, arquitecto de la reforma litúrgica y profesor del Instituto Católico de París).

e. Las AA.DD.AA.PP. (Asambleas Dominicales en Ausencia del Presbítero) deberían ayudar a los fieles a santificar los días de fiesta, a falta de un cura, mediante la oración, pero de hecho no son más que una especie de misa carente de la consagración (el término inglés usado es dry Mass: “misa seca”. Según el Centro Regional para Estudios Sociales y Religiosos de Lille, la carencia de consagración se debe sólo al hecho de que «hasta nueva orden, los laicos no tienen el poder de realizar este acto [la consagración]» (¡!).

La ausencia del sacerdote puede ser hasta intencionada, «para que los fieles puedan aprender a obrar de manera autónoma». El susodicho P. Calineau escribe en Demain la Liturgie que las AA.DD.AA.PP. son sólo una «transición educativa hasta que se opere un cambio de mentalidad». El mismo concluye, con una lógica desconcertante, que sigue habiendo demasiados curas en la Iglesia: «demasiados, sin duda, para que las cosas puedan evolucionar con rapidez».

f. Me resulta raro el hecho de que en el pasado, cuando la gente se movía poco, la única lengua litúrgica era el latín o las usadas en las localizadas liturgias de las iglesias orientales; ahora, en cambio, en la era de la comunicación, de la globalización, la Iglesia se ha regionalizado, ha asumido una óptica de campanario, creando las conferencias episcopales (unas a modo de “iglesias nacionales”) e innumerables lenguas litúrgicas, allende enormes problemas: doctrinales, interpretativos, logísticos, etc. ¡En la era del turismo de masas y de los viajes (de trabajo y de placer) es fácil encontrarse en misas donde no se comprende nada precisamente a causa de la lengua vernácula!

g. ¿Sigue habiendo misas privadas? Seguramente no las hay en estas latitudes, donde están “abrogadas” o se las penaliza con fuerza. En Italia existen o existían, porque me acuerdo de haber sido testigos de un par de ellas. También aquí se dan dos pesos y dos medidas.

h. Aníbal Bugnini fue el arquitecto de la nueva misa. Al hacer eso tuvo también como colaboradores, más o menos secretos, a seis ministros protestantes, que fueron los doctores siguientes: George, Jasper, Shepherd, Kunneth, Smith y Thurian. La nueva misa se acercó así tanto a las sensibilidades protestantes, que el susomentado “pastor” Thurian (de la comunidad de Taizé) afirmó que el fruto de la nueva misa «será la posibilidad de que las comunidades acatólicas puedan celebrar un día la cena del Señor usando las mismas plegarias de la Iglesia Católica» (La Croix, 4/3/1969): él mismo se hizo ordenar después sacerdote católico, sin convertirse ni abjurar de sus errores.

Otros protestantes dijeron: «La nueva plegaria eucarística ha abandonado la falsa perspectiva del sacrificio ofrecido a Dios». Tenemos también las palabras del propio Bugnini, quien manifestó sin rubor que la nueva misa constituía una abrogación del pasado: «Los cambios forman parte de una renovación fundamental (...) una mudanza total (...) una nueva creación» [cf. La reforma de la liturgia, BAC mayor, Madrid 1999; N. del E.] (no una evolución del rito tradicional romano, como se nos quiere hacer creer hoy, al parecer).

Dulcis in fundo, monseñor Dwyer, arzobispo de Birmingham, portavoz del Sínodo Episcopal, dijo: «La reforma litúrgica [...] no os engañéis: ¡es ahí donde empieza la revolución!».

El escritor americano Green, converso al catolicismo (después del concilio cayó en el agnosticismo a causa de éste), sentenció que la nueva reforma litúrgica es una copia cutre de la liturgia anglicana: basta parangonarla con la “misa” herética. Considero realmente curioso que se quiera placer a toda costa a los hermanos separados, contraviniendo todo el magisterio precedente al concilio Vaticano II. Vistos los resultados concretos, pienso que es vergonzoso y herético esconder la verdad en aras de una falsa visión ecuménica. Es inútil que el Papa condene esto de labios para afuera cuando en hecho de verdad también él cae en idénticos errores y tolera que otros sigan haciendo lo mismo (volveré a ello en el párrafo 17, con algunos ejemplos).

i. Parafraseando a quien critica de buena fe al movimiento carismático (renovación del espíritu) porque nació con un pecado original, es decir, el haberse desarrollado a partir de una idea protestante, débese decir lo mismo de la nueva misa. Cuando murió el cantautor Giorgio Gaber, se hizo resonar en la iglesia una de sus canciones al final de la celebración de la santa misa. Ya se puede asistir en las iglesias a espectáculos de todas clases: conciertos varios, bailes, teatro de comedia; todo el mundo hace lo que le parece. En la catedral de Chartres (Francia) se prohibió a unos jóvenes peregrinos “lefebvrianos” que celebraran la Santa misa, mientras que catorce días más tarde se abrieron sus puertas de par en par para celebrar un concierto de música “espiritual”, en el cual la protagonista danzante era una ex monja carmelita.

j. Me regalaron hace poco precisamente dos misales en latín e inglés de la santa misa “preconciliar”; están como recién salidos de la imprenta y parecen novísimos, como que nunca se han usado aunque se publicaron en torno al 1965. Nadie puede negar que entre la liturgia actual y la precedente se da una evidente ‘disolución’ de continuidad: con el concilio se creó una fractura teológica relativa al significado mismo de la santa misa, al menos en los hechos concretos (¡esto es innegable!). Como quiera que sea, le doy las gracias al sacerdote que tan amistosamente me hizo ese bello regalo. Ahora puedo conocer la misa que la iglesia ha celebrado durante siglos.

k. El Oseervatore Romano del 26 de octubre del 2001 trató de la autorización dada a los fieles católicos de rito caldeo para asistir a las misas de la iglesia asiria (nestoriana y cismática), además de para recibir los sacramentos de la eucaristía, confesión y unción de enfermos. Dicha autorización se concedió, según se alegó, porque los fieles de rito caldeo, diseminados por morar en una vasta área y no disponer de bastantes sacerdotes, no pueden cultivar de otro modo su espiritualidad. Todo está en línea con la actual orientación ecuménica, pero también contrasta todo netamente con la enseñanza preconciliar en globo. Basta leer la encíclica Mortalium Animos, de Pío XI. Lo que la iglesia asiria tiene, sobre todo, es un problema de validez tocante al sacramento de la eucaristía, puesto que hace siglos que los oficiantes no pronuncian la fórmula de la consagración en una de las tres anáforas, la de Addai y Mari. Son varias las hipótesis que explican tal defecto: un error del copista de entonces, una omisión en virtud de la ley del arcano (aún difundida en Oriente) y otras más. Para Roma, en cambio, la anáfora de Addai y Mari es válida -aunque carezca de la fórmula consecratoria- porque es antiquísima. Eso es “ecuménicamente correcto”, pero ¿es la verdad?. [cf. sì sì no no 121 de Agosto-Septiembre 2002, ed. Española ;N. del E.]

Tomado de: http://sisinono.blogia.com

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