viernes, 8 de octubre de 2010

Entrevista a Monseñor Bernard Fellay, Superior General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X


Presentamos a continuación la traducción de una entrevista dada por S.E.R. Monseñor Bernard Fellay a “La Porte Latine”, sitio oficial de la Fraternidad San Pío X de Francia.

Monseñor Bernard Fellay, Superior General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X desde el año 1994, aceptó otorgarnos una entrevista exclusiva con ocasión de los cuarenta años de la fundación de la obra de restauración emprendida por Monseñor Marcel Lefebvre.
Como de costumbre, Monseñor contestó nuestras preguntas con fórmulas cortas y precisas, en las que cada palabra es importante.
Le agradecemos calurosa y respetuosamente por la presente entrevista y por el trabajo suplementario que le ocasionó la misma.


La Porte Latine: 1. Hace cuarenta años, el 1º de noviembre de 1970, Monseñor Lefebvre conseguía del Obispo de Friburgo el reconocimiento de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. ¿Cuál es su mirada sobre estas cuatro décadas?

Monseñor Fellay: Estos cuarenta años quedarán en la historia de la Iglesia como una dolorosa época de decadencia y de pérdida de influencia sobre el mundo contemporáneo y sobre las naciones. Es realmente difícil hacer un balance de la época en la que uno vive, pero nuestro juicio no puede ser positivo. En este contexto, nuestra pequeña obra aparece como un rayo de luz en medio de las tinieblas, un oasis en el desierto, una balsa en pleno naufragio. Para nosotros, a pesar de las pruebas y lágrimas, son tiempos inolvidables y bastante extraordinarios, en los que predomina la alegría.

La Porte Latine: 2. En estos cuarenta años, a mitad de camino ocurrieron dos grandes acontecimientos en la historia de la Fraternidad: las consagraciones episcopales en 1988 y el fallecimiento de Monseñor Lefebvre en 1991. Por lo tanto, hubo un antes y un después. ¿Piensa Ud. que hay que oponer estos dos períodos?

Monseñor Fellay: Yo no veo dos períodos, sino una continuidad. Eso se debe quizás al gran cuidado que ponemos en seguir las líneas que nos dio nuestro venerado fundador. Lo que también contribuye mucho a esta continuidad es el hecho de que las circunstancias exteriores siguen siendo más o menos las mismas. Nada nos obliga o nos lleva a actuar de manera distinta; por el contrario: los juicios de Monseñor Lefebvre eran tan profundos, que siguen siendo perfectamente válidos. ¡Eso es admirable!

La Porte Latine: 3. ¿La Fraternidad es una obra que se consolida, o se le presentan nuevos apostolados en el mundo?

Monseñor Fellay: El desarrollo no es extraordinario por falta de sacerdotes. Pero sigue progresando, sobre todo en los países de misión. Actualmente se nos llama desde varios lugares de África, pero nos cuesta responder porque no nos alcanzan los obreros para la mies. Si tuviésemos más sacerdotes a nuestra disposición podríamos crecer prodigiosamente en Asia. Además, hay que subrayar el desarrollo interno bastante constante de las obras que ya existen.

La Porte Latine: 4. Todos estos años representan igualmente un tiempo de caridad espiritual vivida junto a las comunidades religiosas que acompañaron el ideal de restauración de la Fraternidad. ¿Cómo reciben Uds. este apoyo?

Monseñor Fellay: Lo recibimos y también lo damos. Este apoyo mutuo de las obras tradicionales es muy reconfortante. En una situación prácticamente de persecución como en la que estamos, esta armonía entre nosotros es vital.

La Porte Latine: 5. Estos cuarenta años también estuvieron sembrados con las dificultades que todos conocemos. Algunos sacerdotes —a veces figuras importantes—, ciertos religiosos o fieles dejaron de apoyar la Fraternidad por cansancio o intranquilidad interior. ¿Qué hay que pensar sobre estas separaciones?

Monseñor Fellay: Una de las mejores imágenes para ilustrar su pregunta sería la de una guerra, o de un asalto, en los que hombres caen muertos a la derecha e izquierda de uno, mientras se debe seguir luchando sí o sí. En la guerra hay un aspecto extremadamente duro: nuestra época no tiene misericordia para con los que caen. El sufrimiento es grande, tanto para los que nos dejan como para nosotros, que los vemos alejarse sin poder detenerlos.

La Porte Latine: 6. En ese contexto, ¿se da el caso de sacerdotes y comunidades religiosas que se comunican con Uds., al comprender el papel de la Fraternidad por la Iglesia?

Monseñor Fellay: Sí, también tenemos este consuelo. No pasa un mes sin que, en alguna parte, golpee a nuestra puerta algún seminarista, sacerdote o religiosa. A veces se trata de un simple contacto; otras veces es un paso decisivo hacia nosotros. Ocurre también que obispos y congregaciones enteras nos manifiestan su simpatía —y más también—, pero es menos común.

La Porte Latine: 7. Puesto que Ud. viaja por todos los continentes, debe escuchar hablar de la Fraternidad y de Monseñor Lefebvre de distintas maneras. ¿El fundador y su obra son aún objeto de cierta desconfianza, o las cosas cambiaron desde 1970?

Monseñor Fellay: Salvo algunas excepciones la situación no cambió mucho. Llama la atención comprobar que en el mundo entero, se recibe a la Fraternidad más o menos de la misma manera, es decir que la gran mayoría de los obispos la condena, mientras que la aprecia un pequeño rebaño de almas que quieren seguir siendo fieles. Creo que es una clara ilustración, tanto de la extensión de la crisis como de su profunda unidad esencial.

La Porte Latine: 8. ¿Percibe también cambios en Roma? ¿Tuvo algún efecto la acción de la obra de Monseñor Lefebvre sobre la alta jerarquía de la Iglesia?

Monseñor Fellay: En Roma se puede percibir cierto cambio respecto a nosotros, aunque todavía no tiene mucho alcance. Me parece que algunos aprecian nuestro trabajo, mientras que otros lo odian. Las reacciones para con nosotros son muy variadas. Se ve claramente que existen dos campos, el uno favorable y el otro hostil, lo que hace que las relaciones sean muy difíciles, porque uno se pregunta siempre quién será el que tendrá la última palabra. Sin embargo, hay que decir que los que quieren ser fieles al Papa nos consideran con respeto y esperan mucho de nosotros por la Iglesia. Pero, para ver efectos concretos, ¡todavía habrá que esperar!

La Porte Latine: 9. Cuarenta años es un tiempo muy corto, y a la vez, suficientemente largo para que gran cantidad de fieles ya no recuerde el Vaticano II. En la medida que nos alejamos del Concilio, ¿no existe para nosotros el riesgo de vivir en cierto confort, entre sacerdotes o fieles acostumbrados a nuestra situación?

Monseñor Fellay: No hay duda de que existe el peligro de terminar acomodándose a cierta autonomía práctica. Gran parte de esta actitud debe atribuirse a la situación en la que nos encontramos: la de una Tradición rechazada. Por eso intentamos ampliar la visión y la preocupación de los fieles hablándoles de la Iglesia y de Roma. Es muy importante conservar el espíritu romano. Nuestro amor a Roma no debe ser simbólico sino concreto. También esta situación es una prueba para nuestra fe en la Iglesia.

La Porte Latine: 10. Hace un año se iniciaron las discusiones doctrinales entre los expertos de la Santa Sede y de la Fraternidad. Sabemos que esta instancia se desenvuelve con una gran discreción y muchos fieles rezan por un final exitoso. Sin hablar de los temas de fondo, ¿debemos esperar para dentro de poco un inevitable fracaso, o al contrario, una incontestable restauración?

Monseñor Fellay: Dado el estado actual de las cosas, pienso que no se llegará a una brusca ruptura o una solución repentina. Se topan dos mentalidades, pero no se puede negar que existe una voluntad de entrar en discusiones a nivel teológico. Por eso, aunque el desarrollo pueda ser largo, los frutos podrían valer la pena.

La Porte Latine: 11. Con motivo de estas discusiones, ¿hay que esperar una condenación firme del Concilio de parte de Roma o deberemos finalmente aceptarlo sin decir nada? ¿Cómo se puede imaginar una salida para tamaña crisis magisterial?

Monseñor Fellay: Me parece que si un día llega la condenación del Concilio, no será mañana. Lo que se perfila con bastante claridad es una voluntad de corregir la situación actual. Nuestras apreciaciones sobre el estado presente de la Iglesia, particularmente grave, coinciden en varios puntos, tanto respecto a la doctrina como a la moral y a la disciplina. Sin embargo la tendencia dominante en Roma tiende aún a disculpar al Concilio: no se quiere tocar el Concilio, se buscan otras causas, ¡pero sobre todo no el Concilio! Considerando la psicología reinante, parece que sería más fácil dejarlo de costado y recordar sin más la enseñanza perenne de la Iglesia, de modo que la condenación directa sobrevenga más tarde. Creo que en el contexto actual no se comprendería una condenación del Concilio.

La Porte Latine: 12. En una obra publicada hace poco, “Vaticano II: un debate pendiente”, un teólogo romano, Mons. Gherardini, presenta un balance bastante alarmante de la Iglesia. Sugiere que una lectura del Concilio en continuidad con la Tradición no es para nada evidente y lanza un llamado solemne al Papa para que se haga un gran trabajo de clarificación magisterial. ¿Cómo acoger este escrito?

Monseñor Fellay: No hay que tomarlo como un escrito que viniera de nosotros o que nos estuviese destinado. No. Se dirige a los católicos de la vereda de enfrente y a la jerarquía actual. Mirándolo en esta perspectiva, esta obra tiene mucha importancia porque plantea un cuestionamiento del Concilio, tal como ha sido puesto en práctica. Se toca allí un tema prohibido. Cuando lo hacemos nosotros, provocamos una reacción defensiva en nuestros interlocutores que impide cualquier tipo de discusión. Pero cuando el tiro sale en el campo del otro, se ponen muchas cosas sobre el tapete. Por eso pienso que este libro es objetivamente importante y que podría ser la chispa que provoque un gran incendio.

La Porte Latine: 13. ¿Tiene usted algún mensaje especial que quiera dirigir a los sacerdotes y fieles de la Fraternidad en Francia?

Monseñor Fellay: Con ocasión de nuestros cuarenta años, ¡la fidelidad! La fidelidad es la garantía del futuro. La fidelidad en las pequeñas cosas garantiza la fidelidad en las grandes. Y sobre todo no desanimarse si la lucha aún debe continuar por mucho tiempo, lo que es muy probable; al contrario, darse ánimos para avanzar en la obra de restauración de la Iglesia.

+ Bernard Fellay

Menzingen, 7 de octubre de 2010, fiesta de Nuestra Señora de Santísimo Rosario.

Nota: La versión original de esta entrevista está en el sigiente enlace:
http://www.laportelatine.org/archives/entret/2010/Fellay_40ans_FSSPX/Fellay101007.php

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