jueves, 19 de agosto de 2010

El amor del Beato John Henry Newman a sus amigos es prueba de su santidad



“Resulta sintomático de los valores actuales que, del intenso amor del cardenal Newman por un hombre, saquemos la conclusión de que era homosexual”. El español Jack Valero, jefe de prensa de la causa de beatificación del cardenal que será beatificado por Benedicto XVI el 19 de septiembre, escribía estas palabras hace un mes en el Guardian. Valero ponía los puntos sobre las íes a la pretensión de que John Henry Newman (1801-1890) fuera homosexual. Suposición retomada por los medios anticatólicos de Prisa -El País y CNN-, que de paso aseguraban que “el Papa cobrará entrada a las misas”.

Célibe desde los 15

La suposición de homosexualidad se ampara en que Newman se hizo enterrar junto a su amigo, y también sacerdote, Ambrose St. John, fallecido en 1875. Como trasfondo, Valero ve la incomprensión de que Dios pueda llamar a hombres y mujeres al celibato, es decir, a un amor no asociado a las relaciones sexuales.

Tras convertirse al catolicismo en 1845, el que había sido prestigioso capellán anglicano de Oxford ya fue acusado por Charles Kingsley (1864) de escasa virilidad. Estas acusaciones motivaron que Newman escribiera una autobiografía (Apologia pro vita sua), en la que explica cómo sintió a los 15 años la llamada al celibato.

El futuro sacerdote sabía que en el anglicanismo lo normal es que también los clérigos se casen, pero a título personal renunciaba al matrimonio, según Valero, porque el celibato “era un estado de vida que le permitía amar a Dios con todo su corazón y al mismo tiempo amar intensamente a muchos otros, en la forma en que lo hizo Jesús”.

Veinte mil cartas

Mientras algunos creen descubrir sentimientos homosexuales en el hecho de hacerse enterrar junto a un amigo, la Iglesia se atiene a los hechos. Por una parte, desde su muerte en 1890 –y aunque la causa oficial para su beatificación no se abrió hasta 1958–, nadie ha mostrado ni rastro de una falta contra la castidad en Newman. Por otra parte, más de 20.000 cartas recogidas en 32 volúmenes, muestran su “extraordinaria capacidad para una profunda amistad con mucha gente”, según Valero.

El proceso de beatificación llevó en 2008 a examinar los restos de Newman, para llevarlos al Oratorio que el cardenal había fundado en Birmingham. Algún agitador vio en ello un “acto homófobo”, por separarlo de su amigo Ambrose St. John, que le había precedido en la conversión al catolicismo. Como para mostrar que se basaba en humo, la polémica se desvaneció, ya que la humedad había hecho desaparecer por completo los restos de Newman.

Autor: Santiago Mata. Madrid

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