martes, 20 de julio de 2010

Amor y total confianza en la Virgen María - San Marcelino Champagnat


“Acrecentemos nuestra fidelidad en honrar a María y en mostrarnos verdaderos hijos suyos por la imitación de sus virtudes; redoblemos nuestra confianza en su protección recordando que es nuestro recurso ordinario”.

“Jesús confió a su Madre sólo al discípulo amado para que entendamos que únicamente las almas privilegiadas, sobre las que tiene designios especiales de misericordia, regala esa devoción especialísima a Nuestra Señora”.

“Que consolador resulta cuando se va a comparecer delante de Dios, recordar que se ha vivido bajo el amparo de María”.

“María lo ha hecho todo entre nosotros”.

“El que es muy devoto de María será ciertamente muy amante de Jesús”.


El lema que impulsó toda su obra fue:

“Todo a Jesús por María, todo a María para Jesús”.

Frecuentemente les decía a los miembros de su comunidad:

“Si tienen la dicha de grabar en el corazón de los niños la preciosa devoción a María, han asegurado su salvación”.

“Si María se muestra llena de bondad con todos los hombres, ¿Cuánto más atenta y magnánima se mostrará con los que además de serle devotos y servirla con amor, son apóstoles de su amor y de su culto entre los demás?".

“Aunque toda la tierra se pusiera contra nosotros, nada hemos de temer si la Madre de Dios está con nosotros”.

“Nada quiere María para sí: cuando la servimos, cuando nos consagramos a ella, nos acoge para entregarnos a Jesús, y para llenarnos de Jesús”.

“Ya saben a quien debemos dirigirnos para conseguir cuanto necesitamos, a Nuestro Recurso Ordinario”.

“No teman ser inoportunos acudiendo a María en todo momento, porque no tiene límite su poder y es inagotable su bondad”.

“Si todas las gracias pasan por María, y si para lograr la salvación es necesaria su intercesión, hemos de concluir que la salvación de todos los hombres va adscrita a la devoción a la Virgen y a la confianza ilimitada en su protección”.

Estos fueron los últimos deseos de San Marcelino Champagnat antes de morir:

“Que la humildad y la sencillez sean siempre el carácter distintivo de los Hermanos Maristas, y que una tierna y filial devoción a nuestra buena Madre les anime en todo tiempo y circunstancia. Háganla amar por doquier cuanto les sea posible. Ella es la Primera Superiora... ¡Qué feliz me siento al morir en la Sociedad de María!”.

El sábado 6 de junio de 1840 en el momento que los hermanos cantaban “La Salve”, expiró dulcemente.

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