miércoles, 12 de mayo de 2010

Venerable Edel Quinn - 12 de mayo


Referirse a la vida de Edel Mary Quinn es un honor y a la vez una inmensa satisfacción, pues conocer su hermosa personalidad, se siente el deseo de exponerla a todos y especialmente a los legionarios, ya que su ejemplo nos hará mucho bien.

Edel Quinn nace en 1907 en Kanturk, Condado de Cork, en Irlanda. Al cumplir los 20 años de edad, conoce la Legión por medio de una amiga y desde entonces le consagra su vida. Todo trabajo que se le encomienda es realizado a la perfección y pronto las autoridades superiores de la Legión reciben informes de la calidad inmejorable de esta legionaria.

Le encomiendan trabajos cada vez más difíciles, en los cuales se manifiesta como jefe de jefes. Luego llega la noticia de su pronto ingreso en el monasterio de Clarisas mendicantes, orden a la que se siente atraída. Su ingreso será en Belfast, más un suceso doloroso va a impedirlo. Se halla físicamente agotada a causa de la tuberculosis, enfermedad que en ese entonces no tenía el pronóstico favorable de que goza actualmente.

Fue internada en el Sanatorio de Newcastle en donde pasa aproximadamente un año y medio. Allí todos la declaran "persona excepcional". Se convierte en el Ángel del Sanatorio a quien acuden todos, aun las enfermeras.

Logra restablecerse y sale del sanatorio, reincorporándose poco tiempo después a la Legión, en la que se le permite realizar un trabajo no muy intenso a causa de su estado de salud. Ella se siente como enjaulada, ya que no es feliz sino cuando realiza una gran empresa o nuevas formas de apostolado.



SU LABOR DE EXTENSIÓN EN INGLATERRA

Cuando se decide realizar labor de extensión en Inglaterra, Edel se presenta como voluntaria. Después de detenida deliberación se acepta su ofrecimiento, a condición de que realice el trabajo con otra compañera que le pueda controlar.

El ambiente espiritual estaba depravado. La religión languidecía y raro era el seglar que se molestaba en ayudarla. En ese ambiente Edel y su compañera trabajan sin reposo. Todos los días caminan, haciendo conocer la Nueva Idea hasta conseguir al fin el éxito.

A su regreso a Irlanda, ya no parecía enferma, estaba radiante y se propuso continuar su labor.



SU VIAJE A ÁFRICA

Del África del Sur llegan a Dublín llamadas urgentes que solicitan colaboración en ese territorio. También del África Central el Obispo escribía pidiendo la acción de la Legión en el territorio de Nairobi, donde no se conocía aun el movimiento de apostólico legionario. Así pues, se decide enviar a esta estupenda mensajera; pero su salud podía ser un impedimento, sin embargo al momento de la votación en el Consejo Superior, se la acepta por unanimidad, contra toda natural previsión.

Al momento de su partida a Londres, el 29 de octubre de 1936, las legionarias londinenses acuden a despedirla y entre ellas la Presidente, Mrs. de la Mare, quien la había conocido en el Sanatorio, se lleva una gran sorpresa que la expone en estas palabras: "Imaginaos mi asombro al contemplar en la intrépida aventurera de África a la pobre inválida de Newcastle. Me ha producido la misma sensación que si viera salir a alguien del sepulcro, dirigiéndose a mi encuentro con la palabra en la boca".



SU LABOR EN ÁFRICA

En África la obra de Edel es intensa. Con la ayuda de un automóvil se desplaza de misión en misión. Nunca demostró miedo, ni su resistencia física parecía disminuir. Todo para Edel era sugestivamente bello en el ejercicio de esta caballería andante modernizada. Siempre risueña, feliz, despierta al buen humor y a "estirar las piernas", según su propia expresión.

Innumerables anécdotas se cuentan de su misión en el África: alguna vez para llegar a presidir una reunión en la que había prometido estar presente no vaciló en cruzar casi a nado un kilómetro de carretera casi enfangada por las lluvias; pero ella llegó a tiempo.

Su idealismo, siempre latente en todos sus actos, era uno de los rasgos predominantes de su carácter.

En otra ocasión, tuvo que quedarse en plena selva, a causa de falta de combustible y, mientras el chofer iba al sitio más próximo -distante algunos kilómetros- a buscarlo, ella tranquilamente esperó en el interior del carro, poniendo al día su correspondencia, sin pensar si quiera que un león o alguna otra fiera pudiera asomar por la ventanilla.

Cuando no tenía coche utilizaba el sistema de salir a la carretera y pedir pasaje en algún camión. Este sistema, que pocas mujeres se atreverían a utilizar, jamás le dió la más mínima molestia. La gente le amaba, pues comprendía que trabajaba en su favor. Siempre estaba a órdenes de todos y todos se apresuraban a prestarle servicios.

Pasa entonces a realizar su trabajo en la isla San Mauricio en donde el Arzobispo Leen, luego de estudiar sus extraordinarias cualidades, la calificó de totalmente canonizable.

Regresa a Tanganika y, aun cuando su salud iba debilitándose gradualmente, las noticias que enviaba seguían dando muestras de su energía acostumbrada. Siempre estaba de un sitio a otro, como si tratara de hacer el recorrido de un rosario, cuyas cuentas fueran cada una de las localidades, consiguiendo así la cooperación de los africanos en la evangelización de su continente. Pero dicho rosario fue recorrido con el terrible sacrificio de su vida. Sin embargo seguía trabajando venciendo su flaqueza con gran esfuerzo de su voluntad. Llegó al extremo de trabajar estando enferma de disentería, malaria y pleuresía. Su peso era apenas de 70 libras.

Nuevamente reaccionó y, comprendiendo que no podía ya realizar empresas mayores, se radica en Nairobi, al que convierte en su centro de acción. De aquí parten sus actividades siempre cortas, pero sin desmayo.

De entre las características admirables de su persona cabe destacar su profunda consideración hacia el prójimo. Era incapaz de herir, causar la más mínima inconveniencia o molestia, tanto que en ocasiones, al regresar a horas avanzadas de la noche de sus expediciones, por no molestar con el timbre a las monjitas que la alojaban, prefería pasar el resto de la noche en el corredor.



EL OCASO DE SU VIDA

A pesar de todos los cuidados se debilitaba cada vez más, pero su espíritu no se rendía, al contrario parecía más firme que nunca. Se daba cuenta de que disponía de muy poco tiempo y que debía aprovechar cada minuto de su corta vida.

Fallece el 12 de mayo de 1944. En África hubo una verdadera oleada de dolor, todo el mundo consideró su pérdida como algo personal. La ceremonia de los funerales fue maravillosa.

Esta es resumen la vida de una santa. Su causa de beatificación se encuentra en el proceso final.

En ella las razones espirituales llegaron a predominar de tal manera que impregnaron hasta la médula de su conciencia. Jesús y María Santísima tomaron posesión de su alma con mayor plenitud e intensidad que en la mayoría de nosotros.

Ella no se veía tan afectada por las debilidades y tentaciones. Era una persona asidua en las prácticas de devoción. El valor y la perseverancia en los sufrimientos fueron notables en ella. No hablaba mucho, sin embargo su presencia era relevante en toda reunión. Irradiaba siempre de su persona una gracia y paz tan llenas de encanto que sus interlocutores quedaban embelesados.

El buen humor y la armonía constituían sus notas características en cualquier lugar donde se encontraba. No tenía enemigos ni fue objeto de críticas, lo cual es sorprendente en una persona que debió mostrarse tan firme, ya que cargó sobre sus hombros la tarea de hacer conocer la auténtica Legión. A pesar de su dulzura y jovialidad, fue inflexible cuando fue preciso demostrar firmeza.

Para conocer el secreto por el que Edel, a pesar de su precaria salud y su corta vida, consiguió realizar una hazaña que contribuyó tan admirablemente a la ampliación de la Iglesia Católica, es preciso leer y meditar su vida, la que se presenta como un ejemplo ideal para todo legionario.

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