jueves, 17 de diciembre de 2009

Orden de San Lázaro de Jerusalen


LA ORDEN DESDE SUS INICIOS HASTA 1489


Siglos antes de llevarse a efecto las Cruzadas, ya existían en Tierra Santa instituciones caritativas que cuidaban de la asistencia a los peregrinos que acudían a visitar los lugares testigos de la Pasión de Jesucristo.

Desde la toma de Jerusalén el año 1099 –resultado de la Primera Cruzada encabezada por Godofredo de Bouillón– los monjes de San Lázaro, ocupados con anterioridad en el cuidado de los leprosos, se apresuraron a ofrecer sus servicios. Es sumamente curioso señalar que los Lazaristas acogían a cualquier caballero de otra Orden que contrajera la lepra y, siempre que guardara su Regla, era bien recibido entre ellos.

Algunos caballeros cruzados tomaron el papel de los monjes anteriores y parece ser que desde 1115 formaron una comunidad independiente entre las Ordenes orientales, tomando la Regla de San Agustín. A este respecto, puede citarse una bula de Pascual II, confirmando la Regla y otra en 1255 del Papa Alejandro IV, quien, dos años antes, los había puesto bajo la protección de la Santa Sede. En tanto esto sucedía, los Caballeros de San Lázaro tomaban parte en una desdichada batalla, la de Gazza, el 18 de octubre de 1244, en la que perecieron todos ellos. Ni uno solo sobrevivió a tal combate.

Otros, de la misma Orden, lucharon también bajo San Luis, junto con los Templarios, Hospitalarios y Teutónicos, en otra desastrosa batalla, la de Mansourach (1250) y también formaron parte de las Cruzadas de San Luis y en las expediciones a Siria (1250 a 1254). La fortaleza de San Juan de Acre, en poder de los cristianos desde la I Cruzada, fue asediada por los soldados del Sultán de El Cairo. Los Maestres de las Órdenes del Temple y de San Lázaro estaban al mando de los defensores. Ambos jefes perecieron en la batalla y después de una heroica resistencia, San Juan de Acre tomó a poder de los musulmanes en 1291. Y con este hecho quedó determinada la caída de todo el reino latino de Jerusalén. Antes de que esto sucediera, la Orden de San Lázaro reconocida por varios Pontífices, entre ellos Inocencio IV y Paulo V, tuvo en Palestina grandes posesiones, pero cuando el sultán Saladino ocupó Jerusalén, dio un año de plazo a las Ordenes Hospitalarias para abandonar la ciudad.

Caballero de San Lázaro de Jerusalén; año 1.200

El rey de Francia Luis VII que por penitencia había emprendido la Segunda Cruzada al volver a su país, en el año 1149 llevó con él a doce hermanos de San Lázaro y en 1154, hizo donación a la Orden del castillo de Boigny, para que la misma estableciera su encomienda general, extendiéndose la misma por numerosas ciudades de Francia. Por su parte, cierto noble inglés, que admiraba a la Orden, introdujo en Inglaterra a los lazaristas, que fijaron su domiciliación en la ciudad de Burton. Todo esto provocó un gran cambio en la Orden porque, protegida por los reyes, llegó un momento en que fue más poderosa en Europa de lo que había sido en Asia. Pero volvamos a su aspecto militar: después de la caída de San Juan de Acre, los lazaristas que sobrevivieron fueron a refugiarse a la isla de Chipre. Otros se establecieron en Sicilia, en Cápua, lugar del que fueron extendiéndose por toda Italia. La rama francesa de Boigny y la italiana de Cápua fueron las más importantes, pero esto no fue óbice para que fundaran prioratos y encomiendas, aparte de la de Burton, en Hungría, Flandes y otros países de Europa.


En 1490, el Papa Inocencio VIII decidió unir la Orden de San Lázaro a la de San Juan de Jerusalén, pero la rama francesa continuó autónoma, ante lo cual el Papa León X anuló la unificación ordenada por su predecesor. Por su parte, el rey de Francia Enrique IV, unió a la Orden de San Lázaro la del Carmelo, en vista de que esta última languidecía y era conveniente su unificación con otra más poderosa.

La Orden de San Lázaro no desatendía, ni muchísimo menos, sus obligaciones militares ni su lucha contra el poder turco. En el siglo XVII armó una flota para combatir contra los corsarios y piratas, eligiendo el puerto y ciudad de Saint Maló como centro de sus operaciones marítimas. La Orden llegó a reunir hasta diez fragatas y luchó valerosamente defendiendo la seguridad de las costas francesas. En este mismo siglo (XVII), el Papa Gregorio XIII dictó una bula por la que mandaba incorporar la Orden de San Lázaro a la de San Mauricio, formándose así la llamada Orden de San Mauricio y San Lázaro, y que fue una de las más distinguidas de Italia.


LA ORDEN DE SAN LÁZARO DESDE 1489 HASTA LA UNIÓN CON LA ORDEN DE SAN MAURICIO

Los Caballeros de la antigua Orden de San Lázaro, aunque miembros de una hermandad religiosa destinada a la defensa de la Iglesia y obligados a obedecer al Papa, se resistieron a aceptar la supresión papal de su comunidad, dictada en bula de 5 de abril de 1498. Esta bula unía la Orden con la de San Juan, poniéndola bajo la autoridad de su Gran Maestre en la Isla de Rodas. La mayoría se sometieron, aunque el Priorato de Cápua se resistió hasta 1520, cuando el Papa les concedió una cierta autonomía. Los Caballeros franceses, alrededor de la Encomienda de Boigny en su mayoría, con algunos apoyos de la corona y del Parlamento de París a lo largo del siglo siguiente, continuaron admitiendo nuevos ingresos bajo las normas anteriores pero sin el reconocimiento de la iglesia.

Aplastada por decisión papal, la encomienda de Boigny, también pretendida por los hospitalarios, eligió a un nuevo comendador, François d´Amboise, en 1493, que adoptó el título de Gran Maestre General de San Lázaro. Era sobrino del cardenal Georges d´Amboise primer ministro del rey, y de Emery d´Amboise, cabeza de la lengua francesa de San Juan y Gran Maestre de esa orden en 1503. Con tales padrinos parecía ser el candidato ideal para alcanzar un compromiso con los hospitalarios y contar con el respaldo real. Esta circunstancia permitió que los sanjuanistas iniciaran movimientos para hacerse con las propiedades de San Lázaro en Italia y en España. Pero tras el fallecimiento de Françoise d´Amboise en 1500 los hospitalarios continuaron con sus reclamaciones para obtener las propiedades francesas.

El sucesor de Amboise, Agnan de Mareul, no disfrutaba de las mismas relaciones políticas, pero continuó rechazando la eliminación de su comunidad e ignoró la confirmación de la unión con San Juan, emitida por el Papa Julio II el doce de julio de 1.505. Agnan de Mareul cedió sus poderes a su sobrino Claude en 1519, quien logró la confirmación pontificia de comendador de Boigny, pero no como dirigente de la orden. Las desavenencias entre los hospitalarios y San Lázaro persistieron a pesar de la posesión de esta valiosa propiedad. En 1540 un caballero de San Juan fue nombrado por el Gran Maestre de la Orden de Malta, bailio de Boigny, pero no pudo tomar posesión, y cuatro años después dos comendadores rivales fueron destinados para velar por la continuidad de la encomienda de Saint Thomas -de- Fontenai, uno por el Gran Maestre de San Juan y otro por el Maestre de San Lázaro. La disputa alcanzó la Corte Suprema de Francia: el parlamento de Paris, que en febrero de 1548 dictaminó que las aspiraciones legítimas a regir la encomienda de San Lázaro en Boigny eran las de los caballeros franceses.

La dudosa situación de los franceses resultó ser un pobre incentivo para nuevos ingresos, lo que hizo disminuir drásticamente los recursos de Boigny. Para combatir esa situación el rey Enrique II, actuando con la autoridad conferida a su padre en el Concordato de 1519, asumió el derecho a nombrar el Gran Maestre de San Lázaro con el consentimiento de los caballeros. En 1557 nombró, debidamente, a un caballero de Malta, Jean de Lévis, adquiriendo así el control real sobre la orden, formalizado legalmente en 1.608. El sucesor de Lévis, también nombrado por el rey en 1564, Michel de Seure de Lumigny, también era caballero de Malta, lo que sugiere que la corona de Francia esperaba resolver la crisis situando a San Lázaro bajo la tutela de la autoridad de Malta manteniendo sin embargo su autonomía parcial.


Unos meses mas tarde, el 10 de junio de 1564, Pío IV confirmó a Michel de Seure como Comendador de Boigny, reconocida así mismo como la sede de los caballeros de San Lázaro aquí y en ultramar. El real nombramiento de Seure pudo haber influido en el Papa en aquella ocasión, pero parece mas cierto que no podía ejercer ningún derecho en beneficio de los caballeros franceses para elegir a su Comendador. El Sumo Pontífice no firmó el nombramiento de Seure, lo que significó el mayor alejamiento de la letra de la bula de 1489. la bula no preveía la confirmación papal del Prior de Cápua, Jeannot de Castillon, como Maestre General de San Lázaro el 4 de mayo de 1565, pero parece que hubo un reconocimiento tácito, al menos de momento, para que los caballeros franceses fueran autorizados para actuar independientemente de la autoridad de Cápua. Esta decisión no mermaba las aspiraciones de la Orden de San Juan. Por el contrario, aunque Lévis, Seure y su sucesor, Françoise Salviati (también caballero de Malta), consideraban claramente a Boigny como subordinada de San Juan. En la reunión de la lengua francesa de San Juan del 06 de octubre de 1571, Seure dimitió como bailio de Boigny con la condición que tiene del derecho de nombrar comendadores de las primeras dos encomiendas de la misma bailia que queden vacantes. Salviati, cuyo nombramiento ya había sido refrendado por el Rey, lo fue de acuerdo con la bailia de Boigny, según una promesa hecha, para no perjudicar o hacerlo lo menos posible a sus hermanos de Malta. Ningún Caballero de San Lázaro protestó por la dependencia de Boigny de la Orden de Malta, ni por la asunción de la corona francesa del derecho de nombrar gran maestre.


Las noticias de que el Priorato de Cápua de San Lázaro, el único sucesor reconocido por la Santa Sede, se había unido a la de San Mauricio y cedido el Gran Magisterio , hereditario , al Duque de Saboya, no fueron bienvenidas en Francia. Apesar de ello el Rey Carlos IX reconoció al Duque como Gran Maestre de la Orden. Este hecho provocó las protestas de Malta y de los Caballeros de Boigny. El Duque intentó en repetidas ocasiones que los caballeros franceses reconocieran sus derechos, pero nunca tuvo éxito. El cese del bailio Gayand fue provocado por el reconocimiento del Papa de la autoridad de Saboya sobre Boigny y sobre todos los caballeros franceses de San Lázaro. Solo razones inherentes a la política interior de Enrique IV parecen haber inspirado al rey para ignorar la bula, nombrando a Philberg de Nerestang como Gran Maestre el 08 de octubre de 1604.


LA ORDEN DE SAN LÁZARO, UNIDA A LA DE NUESTRA SEÑORA DEL MONTE CARMELO

El Rey de Francia no podía tolerar que otros soberanos tuviesen el control sobre los valiosos beneficios de la Orden, ni mando sobre los Caballeros franceses, valientes y bien entrenados. Tampoco la Orden de Malta era capaz de oponerse a la influencia romana del duque de Saboya, cuyas prerrogativas se confirmaron por bula papal.

Mientras Enrique IV confiaba en que su protección aseguraba la independencia de Boigny de cualquier intervención del Saboyano, desde Turín, las demandas de los caballeros de San Juan no ocasionaban un conflicto con la Santa Sede. El Papa dejó claro, que no estaba dispuesto a permitir que hubiese una orden de San Lázaro independiente y era necesario llegar a un compromiso al respecto.

Se fundó una nueva orden, la de Nuestra Señora del Monte Carmelo, por bula Romanus Pontifex de 16 de febrero de 1608, refrendada y aumentada en la Militantium Ordinun de 28 de febrero de aquel año, manteniendo el derecho regio a nombrar Gran Maestre, bajo confirmación del Pontífice. Se persuadió a Enrique IV para que suprimiera el cargo de Gran Maestre de San Lázaro mediante las cartas patentes de abril de 1608, y que traspasara sus encomiendas y propiedades a la nueva institución. Pero, mediante las reales cartas patentes de 31 de octubre de 1608, debidamente registradas en el Parlamento de París, declaró a las dos Órdenes unidas bajo la autoridad de Nerestang, garantizando la pertenencia de todos los beneficios y propiedades de la orden de San Lázaro a Nuestra Señora del Monte Carmelo. Los últimos siete caballeros restantes aceptaron este compromiso y recibieron con alivio la normalización de su situación y el apoyo de la Corona. Los nuevos estatutos otorgados a las unidas Reales y Militares Ordenes de Nuestra Señora del Monte Carmelo y de San Lázaro de Jerusalén reforzaban con firmeza el control del rey de Francia.


El nombramiento de Nerestang como Gran Maestre nunca recibió la confirmación del Vaticano; los únicos Grandes Maestres de Monte Carmelo nombrados canónicamente fueron: el Marqués de Dangeau (1693) y el Conde de Provenza (1773), más tarde lo sería Luis XVIII. Como la Orden era aún una fundación religiosa y militar, la falta de dicha confirmación planteaba grandes problemas. Hubo varias reformas de la Orden, la primera bajo Luis XIV que, en abril de 1664, confirmó sus privilegios, manifestando incorrectamente la creencia francesa de que San Lázaro fue fundada por el rey Luis VII y confirmada por Luis IX. La unión de ambas órdenes se confirmó en la bula del Cardenal Vendome de 5 de junio de 1668, dirigida a Charles-Achille de Nerestang, Gran Maestre de las Reales, Hospitalarias y Militares Ordenes de Nuestra Señora del Monte Carmelo y de San Lázaro de Jerusalén. En la misma incluía breve historia de San Lázaro atribuyendo su fundación a Luis VII, pero omitiendo mencionar la bula "Cum Solerti" de 1489.

El 18 de mayo de 1669 Luis XIV dictó nuevas cartas patentes dirigidas al Gran Maestre, priores, comendadores, hermanos, caballeros y oficiales de la orden, confirmando los privilegios otorgados, resaltando el contenido de varias bulas y actas favorables a las ordenes unidas. Cuatro años después, en un edicto del Gran Consejo de 27 de febrero de 1672, se confirmó el derecho de los caballeros de las ordenes unidas a titularse Messire y Chevalier.


LAS ENCOMIENDAS HEREDITARIAS

Se fundaron seis encomiendas graduales y perpetuas inicialmente, de las que una desapareció tras la renuncia de su fundador. La creación de éstas ha sido esgrimida por los proponentes de la moderna San Lázaro como argumento para justificar la continuidad de la orden, tras el fallecimiento de los últimos caballeros nombrados antes de 1789. Se dice que las primeras dos, la Motte Des Courtils y Saint Francois de Bailleul, aún existen. No obstante según la reforma de junio de 1757 hecha por Luis XV, estas así llamadas encomiendas hereditarias fueron suprimidas a perpetuidad. Las intenciones reales demostraron que nunca nadie podía aspirar a la cruz de las ordenes unidas salvo que sus servicios a la corona mereciesen ese premio. Ningún descendiente por línea de varón de los titulares de aquellas encomiendas será nunca recibido en la orden.

La última gran reforma real fue instituida por iniciativa del Conde de Provenza (hermano menor del Duque de Berry, entonces Delfín) nombrado Gran Maestre en 1773. Su propósito era engrandecer la Orden, elevar su categoría nobiliaria, establecer su condecoración como distinción militar y facilitar el ingreso continuado a los candidatos idóneos. El primer artículo de su edicto de 3 de diciembre de 1778 estableció un número cerrado de cien caballeros profesos, incluyendo los ocho comendadores eclesiásticos escogidos entre los miembros de la antigua nobleza del reino. Por el artículo dos, nadie que no hubiese servido en el Ejército como Capitán, o en la Armada como Alférez, podría ser recibido en la orden mientras que aquellos que hubiesen servido a la Corona como enviados en una corte extranjera disfrutarían de los mismos privilegios que aquellos que hubiesen servido con el rango de coronel.


LA EXTINCIÓN DE LA ORDEN

Las Ordenes unidas fueron abolidas por un edicto de la Asamblea Nacional de 30 de julio de 1791, promulgado en nombre del rey de Francia y firmado por el Ministro de Justicia. Después, nadie ha sido recibido en la orden según el ceremonial tradicional. Algunos nombramientos se realizaron por el Gran Maestre en el exilio, pero las pruebas no se estudiaron y no exigió prueba de catolicismo como era obligatorio tras las reformas de 1753 y 1778. según algunos historiadores la cruz se concedió a nobles rusos ortodoxos e incluso a un sueco luterano, pero no existen documentos contemporáneos y tales concesiones lo son en contra de la bula papal fundacional, por lo que no pueden ser tenidas por legales ni aunque apareciera documentación importante al respecto. El elenco publicado tras la restauración revela estas supuestas nominaciones, no obstante, aquellas editadas en el Almanach Royal solo refleja a los caballeros recibidos antes de la revolución, y en las ediciones de los años veinte del siglo XIX, el nombre de un oficial, el Barón Dreisen, aparentemente admitido en la residencia del Gran Maestre en el exilio, como Caballero de Honor, un rango desconocido y no incluido en los estatutos.

La situación de la orden entre 1791 y 1815 es incierta. No existe para la ley francesa, pero continua según la ley canónica. El Conde de Provenza se convirtió en rey con el nombre de Luis XVIII, tras la muerte de su sobrino en prisión el 8 de junio de 1795. Entre esa fecha y la restauración realizó muchos nombramientos del Santo Espíritu y San Miguel así como de la Orden de San Luis. Todas ellas se encuentran recogidas en el Almarach Royal con su fecha de concesión. Es por lo que se antoja incomprensible que no se encuentren recogidas las que el rey hizo en el exilio referente a las Ordenes unidas de Monte Carmelo y San Lázaro.

Cinco individuos aparecen en el Almarach Royal de 1816 con las letras "M" y "L" entrelazadas, lo que significa la posible pertenencia a las Ordenes Unidas; ninguno de ellos aparecen en los elencos anteriores a 1789 ni en el de las Ordenes Unidas publicado en el Almarach Royal. Posteriormente aparecieron algunos nombres de nuevo sin referencia anterior, sin explicación del por qué el símbolo "M L" fue añadido primeramente, y suprimido en ediciones posteriores. En un caso, un Mariscal de Campo suizo, aparece con el anagrama "M L", pero parece que fue recibido en la Orden en 1788 aunque no apareció su nombre entonces, lo que ha sido utilizado por los seguidores de la Orden moderna como evidencia de la existencia de admisiones posteriores a 1814.

Estos partidarios de la supervivencia de la Orden han publicado listas de nobles franceses presuntamente admitidos en la misma después de 1788. en algunos casos, el uso del símbolo M L, podía ayudar a mantener la presunción, pero en la mayoría de los casos no hay prueba que justifique la aparición de esos nombres, seleccionados arbitrariamente según aparecían anotados en publicaciones muy posteriores. La evidencia documental es muy limitada, una vez citada por los protectores de la fundación moderna (sin publicar , no obstante), para apoyar la existencia de caballeros recibidos después de 1788, pero no existe ni un solo diploma ni elencos en los archivos de la Orden, hoy depositados en los Archivos Nacionales de Francia, relativos a ese pormenor. Es mas la ausencia completa de cualquier documentación contemporánea, tal como diplomas o cartas comunicando las nominaciones (de los que hay numerosos ejemplos antes de 1788), o retratos o fotografías del siglo XIX, de aquellos individuos llevando la Cruz de San Lázaro o cualquier mención en la correspondencia contemporánea de tales nombramientos o admisiones, es asombrosa.

Charles-Francois lee Prevost de Basserode, nacido en 1774, fue autorizado a llevar las condecoraciones de las Ordenes Unidas por una carta escrita en nombre del Duque de Gramont, fechada el 6 de julio de 1814, basándose en que había sido nombrado por el rey en el exilio; y un tal M. de la Brousse, Capitán de la Escuela Militar de la Fleche, fue autorizado mediante carta fechada el 12 de agosto de 1814, del Marqués de Dreux-Breze, Gran Maestro de Ceremonias de Francia, a llevar las condecoraciones; este caballero aparece en el Almarach Royal en varias ediciones desde 1817 con el símbolo "M L". El caballero Pastou de Boussas, mediante carta fechada el 14 de agosto de 1826, manifiesta que ha sido admitido (es decir nominado, pero no recibido) en 1791 en Coblenza, pero las autoridades no hicieron nada para regular su situación. Existen pues solo dos casos de 1814 citados, es por lo que casi podemos asegurar que no se efectuaron mas nombramientos tras la Segunda Restauración en 1815, cuando Luis XVIII abandonó el cargo de Gran Maestre, que permaneció vacante, mientras retuvo el título de Protector. La concesión de la Orden hubiera supuesto un conflicto con los mandatos de la Carta Constitucional de 1814, que rezaba: los franceses son iguales ante la ley…, y ninguna de aquellas instituciones limitadas exclusivamente a la nobleza sobrevivió a la Restauración.

Las Ordenes Unidas continuaron apareciendo en el Almarach Royal como Real, Militar, y Hospitalaria Orden San Lázaro de Jerusalén y de Nuestra Señora del Monte Carmelo (a veces omitiendo de Jerusalén). Este nombre no era correcto, aunque si preferido por sus miembros desde que se advirtieron los nombres en los actos oficiales del Gran Maestre, tal y como aparecen en las cartas patentes de Enrique IV y en los edictos sucesivos de la Corona de Francia y de los Grandes Maestres de la Orden desde 1608 hasta 1788. Cuando los miembros de la Orden aparecen en cualquier otro capítulo del Almarach Royal, el símbolo de pertenencia era frecuentemente omitido, mientras que si aparecía en el texto relativo a individuos que no estaban en el elenco de la Orden. Las ediciones posteriores corregían y hacían desaparecer el símbolo al tratar de las personas que si eran caballeros con anterioridad a 1788, como si hubiera sido un simple error tipográfico.

Los oficiales de la Casa Real eran muy minuciosos en beneficio del Rey cuando respondían a solicitudes de ingreso en las Ordenes Unidas. Una serie de solicitudes del periodo 1815-1820 obtuvieron una respuesta inicial que expresaba que el Rey no ha hecho publicas sus intenciones relativas a las dos Ordenes (9 de abril de 1816), o que el Rey ha propuesto todas las nominaciones (27 de mayo de 1817), o bien como la dirigida al caballero de la Orden Charles de Valory (recibido en 1767) que deseaba ser ascendido a Comendador, que el Rey no ha manifestado hasta ahora la intención de hacer ninguna nominación o ascenso dentro de esta Orden. En 1822, cuando una solicitud fue dirigida al Ministro del Rey, este consultó al Canciller de la Legión de Honor, quien respondió que ese asunto no era de su competencia. Una nota del Ministro del Rey, de 31 de octubre de 1822, establecía que S.M., desde que volvió a sus estados no manifestó nada acerca de esta Orden. Al año siguiente ya se vislumbraba una política clara al respecto; el Ministro manifestó el 31 de agosto de 1823 que la Orden , a la que un postulante deseaba pertenecer (refiriéndose a la que nos interesa) ya no se concederá nunca mas.

Los defensores de la Fundación de la Moderna San Lázaro han afirmado que después de 1815 las Ordenes de Nuestra Señora del Monte Carmelo y San Lázaro, fueron separadas, extinguiéndose la de Monte Carmelo y manteniéndose la de San Lázaro. No existe edicto que demuestre esa afirmación, ni nadie que pueda demostrar que al menos treinta caballeros fueron admitidos en San Lázaro solamente entre 1815 y 1830. A pesar de las repetidas negativas de la Corona a las solicitudes de admisión, a pesar de no poder probar que las solicitudes de esos treinta caballeros fueron contestadas afirmativamente, a pesar del hecho de que ninguno de los mismos aparecen en el Almarach Royal y de la ausencia completa de cualquier documento oficial de tales admisiones en los archivos estatales de Francia.

El día 5 de mayo de 1824, el Gran Canciller de la Legión de Honor publicó un manifiesto sobre las Órdenes que podían ser ostentadas en Francia, expresando cuales debían ser suprimidas, incluyendo una lista de presuntas Ordenes. De las Ordenes reales francesas, todas fueron incluidas con un breve párrafo indicando el departamento gubernamental que las regía. Las Ordenes de San Lázaro de Jerusalén y Nuestra Señora del Monte Carmelo, unidas, eran las últimas, con el comentario siguiente: "esta última no se ha concedido desde 1788 y está destinada a su extinción". La pretensión de que esta nota solo se refiere a la de Nuestra Señora del Monte Carmelo solo tendría sentido si se ignorase el hecho de que cada Orden Real tiene su propio párrafo, pero las de San Lázaro y Nuestra Señora del Monte Carmelo estaban incluidas como una sola institución en el mismo párrafo. Luis XVIII, que había sido hasta 1814 Gran Maestre de la Orden, murió en 1824; sucediéndole su hermano, el Conde de Artois, como Carlos X, quien asumió el título de Protector de la Orden. Posteriormente el gobierno de Luis Felipe prohibió lucir la cruz mediante un acta fechada en 10 de febrero de 1831.

En 1856 murió el último de los caballeros admitidos y recibidos antes de la Revolución, Antoine-François de Charry des Gouttes, Marqués de Gouttes. Según el Código Canónico, una Orden se declara extinguida cien años después de la desaparición de su último miembro; cualquier posibilidad para revitalizar la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo y de San Lázaro -sean unidas o separadas- desapareció el 31 de diciembre de 1956.

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