miércoles, 3 de junio de 2009

San Cono - 3 de junio


San Cono nació en el Siglo XlI en un pequeño pueblo de la provincia de Salerno, Italia, llamado Teggiano(o Diano) antigua ciudad de Lucania occidental, asentada sobe una colina de más de 600 metros de altura sobre el nivel del mar.
Algunos historiadores piensan que fue fundada por los griegos alrededor del siglo VII, antes del nacimiento de Cristo. En esta ciudad, nació a fines del siglo XI San Cono, hijo de la vejez y del milagro. Sus restos descansan, en la Iglesia Catedral de Santa María, siendo ciudadano y protector de Teggiano.
Sus padres—los Indelli, , de buena situación social y sólida posición económica —suspiraban por la llegada de un hijo que se hacia esperar. La leyenda consigna que una noche los esposos tuvieron un mismo sueño. Del seno de Igniva—ese era el nombre de su madre—brotaban llamaradas de extraordinario resplandor . Un sacerdote interpretó la visión anticipando a la madre que a pesar de ser de avanza da edad, tendría un hijo que sería la gloria de su pueblo. "Algo perfecto", eso es lo que significa el nombre de "Cono"; y ese fue el nombre que sus padres le pusieron al niño, felices del acontecimiento y a raíz del haz luminoso, en forma de Cono, que los padres vieron en el sueño. Los padres lo entrenaron, también en todo trabajo útil para enfrentar la vida.Cono, con ojos limpios observa que su madre comienza el día con la oración, en la que agradece a Dios el descanso nocturno, le ofrece toda la actividad que realizará durante el día y, pide la bendiga.
La riqueza de su casa, no alteraba la gran religiosidad de sus padres, y en tal ambiente Cono sintió despertar desde muy pequeño su vocación de santidad. Gracias a la situación económica acomodada de los padres, San Cono pudo frecuentar la escuela.
Las escuelas estaban bajo la tutela de los monasterios o crecían lozanas a la sombre de las catedrales o modestas parroquias. Pese a todas esas dificultades, las escuelas fueron viveros de civilización y, caldo de cultivo de ese asombroso estallido cultural, científico, filosófico, teológico de los siglos posteriores.
En aquel tiempo, las riquezas y la gloria no se lograban con la pluma ni con la doctrina, sino con la espada. Por suerte para San Cono y para nosotros, no sentía atracción ni por la violencia, ni por las armas.
Su espíritu dulce, sensible, poético necesitaba de la cultura, como medio de la expresión personal y para vincularse con los grandes espíritus del pasado.
En el desmoronamiento del Imperio Romano, la antigua sabiduría se había desplomado, bajo el ímpetu de las arremetidas de los bárbaros. Todo hubiera perecido en ruinas y hogueras, si Benito de Murcia el monje patriarca de Occidente, no hubiera abierto sus monasterios que brindaron acogedor refugio a la cultura.
Creciendo en un ambiente tan cristiano, desde niño San Cono demostró marcada inclinación a la vida espiritual. Adolescente, exteriorizó gran amor a la Santísima Virgen imponiéndose voluntariamente privaciones y mortificaciones para honrarla.
Escuchando las voces interiores con las que Dios llamaba a la vida religiosa ingreso a un convento benedictino que distaba treinta kilómetros de Diano y que estaba dedicado a la "Santa María Cadossa". Tenía entonces dieciseis años.
Tempranamente decidió solicitar el ingreso al monasterio benedictino de San Nicolás, pero el Superior, conociendo los desvelos que los padres tenían por aquel único y tardío hijo, no lo aceptó. Sin embargo, Cono ardía de impaciencia por retirarse al monasterio. Tanto es así que se presenta en uno de una ciudad más alejada, de incógnito. Sus padres lo siguen y lo reclaman y él se esconde en el horno de pan del monasterio de Sta. María de Cadossa. Al salvarse por verdadero milagro de morir quemado, sus padres aceptan su llamado vocacional. El joven benedictino fray Cono, no cesa de orar y trabajar en las labores más humildes: cocina, barre, atiende la huerta. Un atardecer de verano aquel frágil morje que aún no contaba con 20 años recibe un misterioso mensaje: "Esta noche Dios te llamará". Así sucedió, en la madrugada del 3 de junio de un año de comienzos del siglo XII San Cono moría serenamente. EI 27 de setiembre de 1261, los dos pueblos cercanos se disputaban los restos del monje benedictino. Finalmente deciden ponerle en un carro y dejar que los bueyes decidan el camino. El rumbo fue el pueblo de Teggiano natal y ante la iglesia de su infancia los bueyes se echaron. Quien primero lo reconoció santo fue el pueblo mismo: en la Iglesia de la Anunciata se encuentra una campana de 1333 con la inscripción "San Cono". Sin embargo recién es canonizado, el 27 de abril de 1872 por el Papa Pio IX. Fueron los emigrantes teggianenses quienes llevaron su culto a varias regiones del mundo. Hoy se lo venera, además que en Teggiano y Florida, también en Nueva Orleans (Estados Unidos) en Australia y en Argentina.

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