jueves, 4 de junio de 2009

Ante la Iglesia controvertida: ¿Orgullo de ser católico? - Reverendo Padre Urbano Sánchez García



Algunos bautizados rechazan la Iglesia y hasta piden que desaparezca la hoja de su bautismo; otros la critican y viven indiferentes o al margen de la comunidad eclesial. Y no falta, también bautizados, quienes solicitan una reprobación del Papa cuando reafirma un criterio de moral cristiana. Cierto: uno de los desafíos más grandes que tiene hoy planteada la Iglesia es el alarmante número de bautizados que dejan de sentirse católicos. Sin embargo, existe otro buen porcentaje que siente gratitud y orgullo de pertenecer a la comunidad eclesial. Innegable: la Iglesia sigue siendo un valor controvertido, objeto de discusión que da lugar a opiniones contrapuestas. Y en esta situación surge la pregunta: ¿por qué sentir gratitud y el sano orgullo de ser católico? Daré mi respuesta personal, la de un sacerdote con cincuenta años “y un mes”. Y expondré las razones siguiendo el dinamismo de la Misa.

Como todo católico tengo muchas razones para sentirme orgulloso

PORQUE GRACIAS A LA IGLESIA:

Poseo la dignidad de bautizado, configurado con Cristo (Saludo inicial) No puedo olvidar que en la Iglesia fui bautizado recibiendo la gracia con los dones de la filiación divina y la fraternidad universal. En el bautismo fui configurado con Cristo “que vive en mí” (cf Gal 2,20), insertado en el Misterio Pascual y transformado en templo del Espíritu Santo. Con gozo suplico para mi vida “la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo”.

Recibo el perdón y la reconciliación con Dios y con los hermanos (Acto penitencial). En mi relación con Dios y con los hermanos no he sido coherente. Soy pecador. Pero gracias a la Iglesia he recibido el sacramento del perdón y de la misericordia, la reconciliación y de la paz en mi interior, fuerza para testimoniar las exigencias propias del cristiano.

Escucho con seguridad la Palabra de Dios que ilumina y orienta mi vida (Celebración de la Palabra) La Palabra de Dios, recibida en la Iglesia, me ilumina y fortifica para que Cristo, camino, verdad y vida, sea la gran motivación para vivir, con ilusión y radicalidad, mis compromisos.

Profeso la fe en Cristo y a todo el mensaje de la Buena nueva (El Credo) Fueron miembros de la comunidad eclesial quienes me dieron a conocer a Jesucristo, a Dios con su Reino y a todos misterios que integran el credo y el mensaje de la Buena nueva. ¡Gracias a la Iglesia he recibido el don de la fe y el camino para la salvación!

Doy sentido a mi trabajo como los que sirven a los hermanos de mil maneras (Las ofrendas).Dentro de la comunidad eclesial son muchos los cristianos que trabajan por los demás en misiones, en obras de caridad y en tantos servicios en favor de pobres, enfermos y ancianos. Admiro la fidelidad de cuantos están en la frontera de la vida contemplativa, del apostolado con marginados, del acercamiento a los jóvenes. ¡Cuánto sirve la Iglesia al mundo! El orgullo de la Iglesia coherente, es mi orgullo. Su trabajo y sacrificio es otra razón para enorgullecerme de la comunidad eclesial.

Participo en el Misterio pascual unido a Cristo y a cuantos sufren y esperan (Plegaria eucarística) Antes como seglar participaba, y después como sacerdote tengo el privilegio de celebrar la Misa con sus muchos dones. Puedo adorar y reparar con Jesús ante la “sorpresa” de su presencia en la Eucaristía. ¡Qué consuelo para mí poder unir la cruz de mi vida a la cruz de Cristo y a la de mis hermanos cuando actualizo el Misterio pascual! Así comparto el dolor de tantos cristianos coherentes que hoy día padecen persecución por la fe en muchos países del mundo.

Gozo de la comunión con los otros miembros, especialmente de la Virgen María (En los “acuérdate de” o “memento” de vivos y difuntos). Como familia, en la Iglesia de la tierra y del cielo, existe la mutua ayuda, la dinámica de la caridad presidida por la intercesión de la Madre de la Iglesia. Es motivo de orgullo su cooperación en la obra redentora y el “SÍ” que dio en la Encarnación prolongado en su vida y culminado al pié de la cruz.

Colaboro con Cristo para que venga el Reino de Dios y se cumpla su voluntad (El Padre nuestro) Para el cristiano coherente, es motivo de satisfacción trabajar dentro de la Iglesia por el Reino de Dios como la opción fundamental que da sentido a toda una vida. ¡La presencia transformadora de Dios en el mundo como el mejor camino de salvación y humanización!

Enriquezco mi esperanza de peregrino con la Eucaristía (La comunión) Recibir a Cristo es también un anticipo del banquete eterno que enriquece la esperanza del peregrino que espera contemplarlo cara a cara en el cielo. La comunión eucarística llena de Cristo y fortalece al peregrino para que pueda testimoniar la fe.

En resumen Puedo con la participación eucarística amar más y mejor a Dios y a los hermanos. Así mismo, la gracia recibida renueva mi ilusión y me fortalece para cumplir mis compromisos.

Tomado de: http://blogs.periodistadigital.com/seryvivirhoy.php

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