martes, 12 de mayo de 2009

Respaldo del Vaticano a Su Santidad ante las críticas Judías


La polémica estalló por la decepción que generó en algunos sectores israelíes el mensaje que el Papa llevó en su visita al Yad Va Shem, el memorial de las víctimas del Holocausto, donde esperaban una fuerte condena. El vocero salió a defenderlo y pidió ser más cuidadoso en los detalles. “El Papa no fue parte de la juventud hitleriana, fue obligado a estar en la Wehrmacht (Fuerzas Armadas Alemanas) y no tiene por que pedir perdón”, sostuvo.

La visita del Papa Benedicto XVI Israel no deja de generar polémica y hoy martes el Vaticano salió con fuerza a defenderlo de las críticas por su pasado en la juventud hitleriana y en el ejército de Adolf Hitler.
El vocero de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi rechazó las críticas de algunos líderes israelíes y sostuvo que “parecería ser que hay alguna gente que elige desde un principio que decir, sin prestar atención en profundidad a las cosas”.
En declaraciones que publica el portal de noticias Ynet, Lombarda afirmó que “el Santo Padre ya condenó en el pasado al nazismo y en la recepción en el aeropuerto Ben Gurión dejó clara su postura sobre el número de víctimas, aún si esperaban que lo repita, él no suele volver sobre sus palabras”.
“En Yad Va Shem eligió focalizarse en la memoria y el honor de las víctimas y resaltó que la Iglesia Católica siempre lucha contra los crímenes de lesa humanidad como estos”, agregó.
Lombardi sostuvo que la prensa israelí no le presta atención al Papa, “no hay nadie que pruebe que fue miembro de la juventud hitleriana, que pertenecía ideológicamente al nazismo”.
“En ese momento Ratzinger estaba en el seminario estudiando catolicismo y teología y nunca perteneció a la juventud hitleriana, cuando tenía 16 años fue obligado a reclutarse para la defensa de su ciudad contra el bombardeo, más tarde fue tomado por los americanos y volvió a sus estudios. Es importante decir la verdad y más en temas tan sensibles como estas”, enfatizó.
Respecto de las expectativas en Israel de que el Papa se disculpe por su pasado, el vocero respondió que Benedicto XVI “no eligió vestir el uniforme de la Wermacht, lo obligaron, por eso no tiene que pedir perdón, el que lo conoce o leyó su biografía sabe que no es un hombre militarista, no está a favor de la violencia, si no por el contrario no le gusta”.
Ayer quien se pronunció en contra de Su Santidad Benedicto XVI, fue el rabino Israel Meir Lau, presidente del Consejo de Yad Va Shem.
“Aquí no hay ninguna palabra de pena, de dolor hacia la terrible tragedia del asesinato de 6 millones de víctimas”, manifestó el religioso, sobreviviente de la Shoá y quien recibió a Juan Pablo II en su visita a Israel.
Lau también protestó por las palabras que utilizó el Papa como “muertos” y no “asesinados”, cuando se refirió a la cantidad de fallecidos.
Con tono sereno pero vigoroso, Benedicto XVI pidió ayer al presidente Simón Peres, «una patria propia» para Palestina y advirtió que Israel sólo alcanzará la seguridad otorgando «justicia a todos». El Papa consiguió presentar sin acritud su mensaje en defensa de los palestinos, al tiempo que se situaba plenamente con Israel en tres puntos fundamentales: el homenaje a las víctimas del Holocausto, la condena del negacionismo y la erradicación del antisemitismo.
La jornada incluyó un incidente desagradable cuando un jeque palestino criticó violentamente a Israel durante el encuentro con las organizaciones interreligiosas. Como hablaba en árabe y fuera de programa, el Papa no llegó a enterarse del contenido. Posteriormente, el Vaticano condenó ese abuso como «una negacion del diálogo».
Hablar sin herir
No es nada fácil decir cosas incómodas sin herir al oyente, pero Benedicto XVI lo está consiguiendo en este viaje. En la mezquita «Rey Hussein» de Ammán invitó a los líderes religiosos musulmanes a utilizar sin miedo la razón humana. En el estadio de la capital predicó la dignidad de la mujer en un país abrumadoramente musulmán. Ayer le dijo a Israel algo que puede no gustar, pero que le hará mucho bien.
El Papa aprovechó su discurso en el aeropuerto de Tel Aviv ante el presidente Simón Peres y el primer ministro Benjamín Netanyahu, para advertir que las esperanzas de paz en Oriente Medio «dependen del resultado de las negociaciones de paz entre Israel y los palestinos».
Sendero hacia la paz
En nombre propio y «de las personas de buena voluntad», Benedicto XVI suplicó «a todos los responsables que exploren cada sendero posible en la búsqueda de una solución justa a los problemas pendientes, de modo que los dos pueblos puedan vivir en paz en una patria propia, con fronteras seguras e internacionalmente reconocidas». El Vaticano apoya desde hace tiempo la solución de «dos Estados» y el Papa utilizó ayer la formula de «patria propia» para recordar que todavía falta la de los palestinos.
Por la tarde, en la visita a Simón Peres, Benedicto XVI volvió a interceder por los palestinos advirtiendo que «la seguridad proviene de la confianza, y consiste no solo en la ausencia de amenazas sino, además, en un sentimiento de calma y de confianza». Y citó al profeta Isaías para recordar que sólo la justicia trae seguridad duradera.
En un pasaje conmovedor, el Papa afirmó que oía «el grito de quienes en esta tierra piden paz y justicia, respeto de su dignidad, seguridad duradera, una vida cotidiana libre del miedo de amenazas exteriores y de violencia sin sentido». La frase servía para todos los oprimidos o que viven en peligro, ya sean palestinos o israelíes, judíos, musulmanes o cristianos.
Pero la repetida expresión «paz y seguridad mediante la justicia para todos», indicaba, sobre todo, la necesidad de reconocer los derechos de los palestinos, pues no puede lograrse la seguridad recurriendo sólo a los carros de combate, como reconoció también ayer el propio Simón Peres.
El presidente de Israel había recibido al Papa en su palacio como a una gran personalidad mundial pero, sobre todo, como un amigo. Benedicto XVI se sentía en casa, y cuando unas niñas le ofrecieron una gavilla de espigas y le enseñaron una muestra de frutas, el Papa comenzó a probarlas e invitó a Peres a hacer lo mismo.
Un olivo como símbolo
Poco después, en el jardín, el presidente y el Papa plantaban juntos un olivo, echando cada uno con su azada tierra para afianzar las raíces del árbol que simboliza la paz y, en esta ciudad, también la entrada de Jesús en Jerusalén y su agonía en el huerto de Getsemaní.

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