viernes, 10 de abril de 2009

El sentido de la Semana Santa: la Pascua de Cristo debe ser nuestra Pascua


Alocución televisiva de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata en el programa “Claves para un mundo mejor”
(Sábado 4 de abril de 2009)



Mis amigos con el Domingo de Ramos entramos en la Semana Santa. Esta es la Semana Mayor del año cristiano y es bueno tener cuidado que las distintas celebraciones de esos días, las diferentes jornadas, no nos hagan perder la unidad del conjunto: lo que celebramos en esta semana es el Misterio Pascual de Jesucristo.

Cada jornada de ese misterio enfoca un aspecto determinado del mismo pero a través de ese aspecto enfoca la unidad total y es el acontecimiento, la verdad, la realidad fundamental de nuestra fe que es que Cristo murió por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación, como dice el Apóstol San Pablo.

En el centro de esa celebración del Misterio Pascual está el signo de la cruz, el signo de la muerte gloriosa de Cristo. Está la Cruz que es por un lado un patíbulo sangriento y por otro el lado de la victoria que es la cruz gloriosa y luminosa de Cristo.

En el centro está lo que Cristo hizo por nosotros y tendríamos que sopesar adecuadamente lo que le costó a Cristo, por decirlo con una expresión vulgar, nuestra salvación.

Hay dos imágenes muy bellas del Evangelio de San Juan que están tomadas de las palabras mismas del Señor. En una se dice que “si el grano de trigo que cae en tierra no muere queda solo pero si muere produce muchos frutos”. Ese grano de trigo es una imagen de Cristo que quiso descender al abismo de la muerte, allí donde el hombre está destinado a causa del pecado, para surgir y para llevarnos consigo. El “muchos frutos” es precisamente la salvación del mundo y la esperanza de una vida nueva de la resurrección y la vida eterna.

Y la otra imagen es cuando Jesús dice: “cuando Yo sea será levantado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí”. Ese ser levantado sobre la Tierra indica también la Muerte de Cruz pero para el Evangelista Juan, que consigna estas palabras, la muerte de Cristo en la Cruz es el inicio de su exaltación y enfoca todo el misterio pascual de muerte, resurrección y ascensión.

Es esto lo que nosotros vamos a celebrar en estos días. Vamos a celebrar la Pascua y vamos a celebrarla el Domingo de Ramos recordando aquel ingreso triunfal de Cristo en Jerusalén, aclamando con nuestros ramos y nuestros cantos a Cristo como Mesías, como Salvador, como Rey del Universo. Lo haremos escuchando la lectura de la Pasión reconociendo que es a través de esa Pasión y Muerte como Jesús llega a la gloria y que ese es el camino que nos traza a nosotros.

Luego el Jueves Santo recordaremos la Última Cena de Jesús, la institución de la Eucaristía y del sacerdocio. Acompañaremos en la oración y en la adoración a Cristo verdaderamente presente a Cristo en la Eucaristía como sacrificio y sacramento pascual.

El Viernes Santo celebraremos la Pasión. Veneraremos la Santa Cruz y esperaremos a lo largo del Sábado Santo, en ese largo silencio de ese día, la alegría de la Resurrección que se inicia en la Vigilia de la noche santa del sábado al domingo. Luego durante toda la jornada del Domingo de Pascua se nos hace como revivir espiritualmente reconociendo que nosotros estamos llamados a participar de esa victoria de Cristo pues esa victoria de Cristo es nuestra salvación, es el perdón de nuestros pecados, es la posibilidad de llevar una vida nueva.

Entonces entremos con esa disposición en la Semana Santa. Nosotros vamos a hacer nuestra Pascua con el Señor. Celebramos la Pascua de Cristo que es también nuestra pascua y esta tiene que ser una ocasión muy fuerte, poderosa, de renovación espiritual. Hasta la semana próxima.



Monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata

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