miércoles, 1 de abril de 2009

Campaña de apostasía que intenta desarraigar nuestra fe


Alocución televisiva de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata en el programa “Claves para un mundo mejor”
(Sábado 28 de marzo de 2009)



Estamos en el tiempo de Cuaresma que es un tiempo fuertemente marcado por la perspectiva bautismal. Es el tiempo en el cual nos preparamos para celebrar la Pascua del Señor y para renovar en la Vigilia Pascual nuestras promesas bautismales.

La Cuaresma, en ese sentido, es un eco de la antigua preparación de los catecúmenos que iban a recibir en la noche pascual la iniciación cristiana. Era como la culminación de ese largo período preparatorio del catecumenado y para nosotros debería, también, ser algo así: una especie de catecumenado anual para que recobremos con una viva actualidad nuestra conciencia de ser bautizados y, merced a la gracia del bautismo, ser cristianos.

Ahora bien, en este contexto cuaresmal me ha sorprendido, me ha chocado enormemente una campaña difundida por medios electrónicos promoviendo la apostasía colectiva en la Argentina de hoy.

Esto quiere decir que están invitando a quienes se consideren excatolicos o a quienes quisieren renunciar a la fe católica a presentar en las diócesis sus cartas de apostasía con la solicitud de que retiren su nombre de los registros bautismales.

Por supuesto que el bautismo es imborrable y también el acta de bautismo es imborrable. Lo que se puede llegar a hacer es anotar, al margen del acta, así como se anota el casamiento o la confirmación que esa persona apostató formalmente de la fe cristiana, y hay un procedimiento ordenado por el derecho canónico para establecer esa decisión.

Pero lo que me interesa compartir con ustedes es qué tipo de pensamiento, que tipo de ideología hay detrás de esta campaña pues aparece con toda claridad en la propuesta, que está muy inteligentemente armada.

¿Quienes son los que promueven esto? Dice la convocatoria que son agrupaciones y movimientos de derechos humanos, movimientos sociales, ciertos movimientos de trabajadoras y trabajadores, movimientos de mujeres, activistas de movimientos de diversidad sexual, feministas, ateas y ateos, personas que trabajamos –dice el texto- militamos participamos y resistimos a todo discurso y operación de dominación sobre nuestros cuerpos, nuestros pensares y sentires y nuestras prácticas cotidianas de liberación. Opondremos a su poder pastoral –al poder pastoral de la Iglesia- el poder simbólico de nuestro radical “no en mi nombre.

¿Y qué es lo que les molesta especialmente? Porque podría ser el caso de un cristiano al que lo han bautizado y no ha recibido una educación cristiana, o que perdió la fe; pero no, lo que quieren en realidad es protestar contra la presencia pública y cultural de la Iglesia. Lo que les molesta expresamente a estos movimientos es que la Iglesia tenga todavía arraigo en el pueblo argentino.

Pienso entonces en las formas diversas de piedad popular. En la actitud sencilla de aquellas personas que, a lo mejor, no han recibido una altísima instrucción y sin embargo tienen una concepción bíblica del hombre y saben muy bien de qué se trata, tienen el sentido cristiano de la vida.

Aquí, lo que molesta específicamente es que la fe se haya hecho cultura y lo que se intenta es desarraigar la fe de la cultura vivida de la gente.

Me parece que, para nosotros, esta campaña tiene que ser un estímulo, una especie de acicate para la renovación de nuestra fe, no sólo individual, íntima, sino de proyección en la vida concreta y en sus expresiones culturales.

Pensemos todo lo que se puede hacer acerca del bautismo de los niños, cómo establecer una mejor pastoral del bautismo, que implique un acompañamiento a los papás que bautizan a su bebé, en esos años hasta que el chico vaya a la parroquia a recibir la catequesis para completar su iniciación cristiana.

Pensemos lo que podemos hacer en nuestros colegios católicos y también qué hacer para recuperar esa conciencia de que por el bautismo somos testigos de Cristo y debemos manifestar nuestra fe en la vida cotidiana, sin necesidad de acciones extraordinarias sino en la trama cotidiana de la vida, para así robustecer nuestra conciencia de ser bautizados y dar gracias a Dios por haber recibido este regalo de la Gracia bautismal que nos hace cristianos y miembros de la Iglesia católica.



Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata

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