domingo, 22 de marzo de 2009

"Alégrate" - Cuarto domingo de cuaresma


En tiempos anteriores a la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, al cuarto domingo de cuaresma se le llamaba en latín "Laetare" por la primera palabra de la antífona con que inicia la misa: "Alégrate, Jerusalén...".
Por otra parte, el cuadro gozoso de este domingo es como un "alto" durante los días de ascesis de la cuaresma y una invitación a los cristianos para que no consideren que lo fundamental es la penitencia que se practica en ella.
La ascesis es buena, pero sólo tiene sentido con la pascua que se perfila al horizonte.
Este tema de la alegría sigue resonando hoy a causa de y en las tres lecturas que la Escritura propone: alegría festiva por la entrada en la tierra prometida; gozo por la reconciliación de la que el Señor Jesús nos ha convertido en emisarios; y fiesta por los hijos que han sido encontrados por el Padre misericordioso y símbolo de toda situación humana que ha hallado gracia a los ojos de Dios.
El Libro de Josué evoca la entrada a la tierra prometida con pinceladas sencillas y densas: ¡por fin ha terminado el tiempo del desierto con sus inquietudes y riesgos. De ahora en adelante, sólo queda gozar en la tierra que da el Señor, antaño prometida a los patriarcas. Termina el maná, pero es sustituido por un nuevo pan, fruto del trabajo del hombre y de una tierra libre y hogareña. Esto es motivo suficiente para agradecerle a Dios su bondad a través de la celebración pascual. En una palabra, los Egiptos ya no son problema con sus cárceles y sus esclavitudes. Todo es nuevo como el ambiente de libertad que se respira y el pan de la nueva tierra que hoy se gusta (primera lectura).
San Pablo hace una síntesis de la salvación a través del tema de la reconciliación realizada en Cristo (pasión, muerte y resurrección). Pero añade que la reconciliación no consiste sólo en estar en paz o en no tener culpas, sino en convertirse en creación nueva y en transmitir tal novedad a otros. En consecuencia, el cristiano no puede obrar con criterios humanos sino con los que le otorga su adhesión al Cristo Reconciliador: olvido de lo anterior y vuelta a los tiempos del paraíso (segunda lectura).
En el evangelio, Jesús muestra cómo es Dios frente a los piadosos y los estudiados, críticos que no soportan verlo en compañía de gente que ellos, "los buenos", consideran mala. Y Jesús les habla con tipos y respuestas diferentes en torno al amor: un padre y dos hijos. El es bueno, misericordioso y confiado de sus hijos, les da más lo que piden sin condicionarlos o acomodarlos a sus gustos y voluntad. Es tolerante, reparte "sus bienes", deja ir al menor sospechando el riesgo, pero alegrándose por su retorno interesado; es conciliador con el hijo mayor, herido, a quien invita a participar en la fiesta del encuentro y de la familia.
El hijo menor hace las veces del villano: sale del hogar, arriesga bienes y apellido paternos, vende su dignidad y se vuelve un cínico: si es preciso, dejará de ser hijo y aceptará ser criado en la casa paterna... ¡por comer!
Y ¿el hijo mayor? ¡Un fracaso! Permaneció en casa, no para gozar la compañía de su padre, ya que a su lado se sintió mercenario, inútil, demasiado amarrado como para sentirse hijo y dueño. Sus reacciones: se enojó por el retorno del hermano, lo trató como un perdido, rechazó el ingreso feliz a la fiesta y evitó el gozo del reencuentro.
El relato de Jesús es dramático: no por vivir en casa está segura la felicidad o se respetan los sentimientos y principios que la rigen (hermano mayor). Se desea huir de ella para gastar lo que no se ha trabajado o bien para buscar supuestas y mejores condiciones (hermano menor). Este no volvió por amor sino por interés; y el otro no vivió feliz sino como extraño en su casa y entre los suyos. ¡Doble golpe para el padre vencido sólo por su misericordia: perdón, acogida y elevación del egoísta y fugitivo; y conciliación, comprensión e invitación para el cerrado que, supuestamente, le quedaba.
Antes de continuar la cuaresma, la liturgia motiva a los creyentes con un tema triple:
§ alegría en la nueva tierra a la que Dios hace llegar;
§ reconciliación en la familia de los hijos de Dios;
§ y reencuentro con el Padre que todo perdona porque sólo la misericordia le es suficiente.


¡Sólo el amor de Dios dice la última palabra; y sólo él puede desenmarañar tanto las inquietudes como las decisiones oscuras del corazón humano!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...