lunes, 9 de febrero de 2009

Paciencia Divina


Aunque es correcto que esperemos los “nuevos cielos y una nueva tierra”, no queremos impacientarnos en cuanto al cumplimiento de esta promesa. El hecho de que el gran día del Señor no viniera mucho tiempo atrás ha permitido nuestra propia salvación. El apóstol Pedro declaró:
“Tengan en cuenta que la paciencia del Señor es para nuestra salvación, como les ha escrito nuestro hermano Pablo, conforme a la sabiduría que le ha sido dada, y lo repite en todas las cartas donde trata este tema. En ellas hay pasajes difíciles de entender, que algunas personas ignorantes e inestables interpretan torcidamente – como, por otra parte, lo hacen con el resto de la Escritura – para su propia perdición.” (2 Pedro 3, 15-16).
Como personas que apreciamos la paciencia de Dios, nuestro deseo debe ser desplegar cuidado y no abusar de ella, de manera que justifiquemos cierto proceder particular de egoísmo fundándonos en que quizás todavía falte mucho tiempo para el gran día de Dios. Parece que en el primer siglo de la era Cristiana hubo creyentes que hicieron esto. El apóstol Pedro los describe como “ignorantes e inestables”, personas que no tenían un entendimiento claro de la Palabra de Dios y desplegaban inestabilidad con referencia a la doctrina y práctica cristiana. Estas personas hasta trataron de usar declaraciones tomadas de las cartas del apóstol inspirado Pablo y otras partes de las Escrituras para excusar su conducta incorrecta. Puede ser que hayan señalado a lo que Pablo había escrito acerca del ejercicio de la conciencia y acerca de que al individuo se le declara justo por fe y no por obras de la ley mosaica como cosas que suministraban libertad para toda clase de acciones contrarias a la voluntad de Dios. (Comparece con Romanos 3, 5-8.6, 1.7, 4.8, 1-2; Gálatas 3, 10). Puede que hayan dado mal uso a puntos como los siguientes: “Esta es la libertad que nos ha dado Cristo. Manténganse firmes para no caer de nuevo bajo el yugo de la esclavitud.” (Gálatas 5,1) “«Todo me está permitido», pero no todo es conveniente. «Todo me está permitido», pero no dejaré dominar por nada.” (1 Corintios 6, 12) “Todo es puro para los puros. En cambio, para los que están contaminados e incrédulos, nada es puro. Su espíritu y su conciencia están manchados.” (Tito 1, 15).
Sin embargo pasaban por alto el hecho de que Pablo también dijo:
“Ustedes, hermanos, han sido llamados para vivir en libertad, pero procuren que esta libertad no sea un pretexto para satisfacer los deseos carnales: háganse más bien servidores los unos de los otros, por medio del amor.”
“Que nadie busque su propio interés, sino el de los demás.” (1 Corintios 10, 24)
Como sucedió en la congregación del primer siglo, así hoy día hay personas que quisieran extender los límites de la libertad cristiana hasta el punto de llegar a estar esclavizadas al pecado. Por lo tanto, hacemos bien en vigilar con quiénes nos asociamos, para no caer bajo influencias malsanas y ser descarriados. El apóstol Pedro, llamando atención a este hecho, escribió: “Hermanos míos, ustedes están prevenidos. Manténganse en guardia, no sea que, arrastrados por el extravío de los que hacen el mal, pierdan su firmeza”. En estos tiempos en los que arrecian una vez mas, con saña, los ataque a la Santa Iglesia y a Su Santidad, mantengámonos firmes, puros, confiados en la promesa hecha al primer Vicario de Cristo, Pedro, de que las puertas del infierno no prevalecerán contra Su Iglesia.

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