miércoles, 7 de enero de 2009

De si es de necesidad de la caridad dar al enemigo pruebas y efectos de amor


(Más abajo, C. 83, a.8/ Sent. Lib. III, dist. 30/ op. De Perf. Vitæ Spir. Cap. 14/De caritate, a.8/ op. De duobus Præc.)

PARECERÍA que fuese de necesidad de la caridad el que algún hombre muestre a su enemigo pruebas o efectos de amor, porque:
1º Dice san Juan (I Ioann. 3, 18): No amemos de palabra ni de lengua, sino de obra y de verdad. Pero alguno ama de obra mostrando a aquel a quien ama señales y efectos de amor. Luego es de necesidad de la caridad el que alguno muestre a sus enemigos tales signos y efectos.
2º El Señor dice a la vez (Matth. 5, 44): amad a vustros enemigos, y haced bien a los que os aborrecen. Pero amar a los enemigos es de necesidad de la caridad. Luego también hacer bien a los enemigos.
3º Por la caridad se ama, no solamente a Dios, sino también al prójimo. Pero San Gragorio dice (Hom. De Pantec. 30 in Evang.) que el amor de Dios no puede estar ocioso; pues obra grandes cosas, si existe: si deja de obrarlas, no es amor. Luego la caridad que se tiene al prójimo no puede existir sin el efecto de la operación. Pero es de necesidad de la caridad que sea amado todo prójimo, aun el enemigo. Luego es de necesidad de la caridad el que también manifestemos a los enemigos signos y efectos de amor.
CONTRA ESTO, sobre aquello (Matth. 5), haced bien a los que os aborrecen, dice la Glosa (ord. Sup. Illud: sed pues perfectos, estote ergo vos perfecti); y San Agustín (Enrich. C. 73) que hacer bien a los enemigos es el colmo de la perfección. Pero lo que pertenece a la perfección de la caridad no es de necesidad de la misma. Luego no es de necesidad de la caridad que alguno muestre a sus enemigos signos y efectos de amor.
RESPONDO: Debe decirse que los efectos y signos de la caridad proceden del amor interior y le son proporcionados. Pero el amor interior al enemigo en general es en verdad de necesidad de precepto absolutamente, en particular no lo es absolutamente sino según la preparación del ánimo, como se ha dicho más arriba (a.8). Así, pues, debe decirse otro tanto sobre el efecto y signo de amor, que debemos mostrar exteriormente. Porque hay ciertos signos o beneficios de amor que se muestran a los prójimos en general, por ejemplo, cuando alguno ora por todos los fieles o por todo el pueblo, o cuando hace algún beneficio a toda una comunidad. Y el manifestar tales beneficios o signos de amor es de necesidad de precepto. Si pues no se manifestasen a los enemigos, esto sería propio de malignidad de la venganza, contra lo cual se dice (Lev. 19,18): No buscarás venganza, ni te acordarás de la injuria de tus conciudadanos.
Pero hay otros beneficios o signos de amor, que alguno muestra particularmente a algunas personas. Y el mostrar a los enemigos tales beneficios o signos de amor no es de necesidad para la salvación (1) , sino en cuanto a la preparación del ánimo, es decir, para socorrerlos en caso de necesidad, según estas palabras (Prov. 25,21): si tu enemigo tuviese hambre, dale de comer; si tuviese sed, dale a beber agua. Mas el mostrar que alguno fuera del caso de necesidad haga tales beneficios a sus enemigos, pertenece a la perfección de la caridad, por lo cual no solamente evita uno ser vencido por el mal, lo cual es de necesidad, sino que también quiere vencer el mal por el bien, lo cual pertenece también a la perfección, puesto que no solamente evita dejarse arrastrar al odio por la injuria que ha recibido, sino que también por sus beneficios pretende atraer al enemigo a su amor.
Por lo dicho son notorias las respuestas A LAS OBJECIONES propuestas.

(1)De aquí se sigue que no estamos obligados ordinariamente a orar en particular por los enemigos, haciendo mención especial de ellos, ni hablar familiarmente con ellos, o darles alguna otra muestra positiva de efecto; y, si alguno les niega el saludo, no se ha de juzgar que peque mortalmente, con tal que no haya grave escándalo o desprecio de la persona (Ismael Quiles, S.I. –Notas, explicaciones y comentarios de la edición de la nueva versión sobre el texto latino, abril de 1948)

Santo Tomás de Aquino, Suma Teolócica, Tomo X de las Virtudes Teologales. La Caridad. Artículo IX, De si es de necesidad de la caridad dar al enemigo pruebas y efectos de amor.

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